El llamado.

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A medida que Inosuke crecía, a veces sentía que algo le llamaba.

Era una ansiedad que no lo dejaba estar quieto. Tenía que correr por toda la montaña, pelear contra alguna criatura, simplemente hacer algo para gastar la energía que le susurraba dentro de su cabeza que tenía que ir al lado de quién sea tuviese su marca.

Que esa persona lo necesitaba.

Y como todas las veces, Inosuke lo ignoraba.


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Corriendo por la montaña con espadas en manos, Inosuke paró de golpe y se derrumbó en el pasto con los brazos abiertos mientras agarraba bocanadas de aire en su cansancio.

Hoy estaba siendo especialmente difícil.

Había despertado con un tintineo en sus oídos y una sensación gigantesca de tocar la marca en su brazo. Ni siquiera había logrado cazar algo para la cena por culpa de la desconcentración que aquello le provocaba.

Si Inosuke tenía que ser sincero, tenía miedo de tocar eso de nuevo.

Pero cada vez que pensaba aquello el llamado se hacía más y más fuerte hasta que era simplemente insensible no corresponderlo.

Soltando sus espadas de golpe, envolvió con su mano aquella fina flor roja.

En el momento en que lo tocó, sintió un cosquilleo en la punto de sus dedos y se expandió por todo su cuerpo.

Era un sentimiento extraño.

Le recordaba a aquellas veces en donde se quedaba solo en la cima de la montaña, sentado en una roca, listo para ver el amanecer.

El sol elevándose por el cielo era infinitamente hermoso, pero también lo hacía sentir infinitamente triste.

Lo hacía ver fijamente su dedo meñique por instinto y lo hacía anhelar por alguien que no conocía. Esperaba darse la vuelta desde donde estaba y ver una figura cálida esperándolo con una sonrisa cuando mirara hacia los árboles de la montaña.

El sentimiento era ansioso, el tipo de ansiedad que te gritaba "¿¡Por qué no estás haciendo nada?!" y te impulsaba a desear correr con todas tus fuerzas hacia donde sea con tal de huir de la culpa mientras llorabas.

Lágrimas se deslizaban de los brillantes ojos verdes de Inosuke al caer en cuenta de que por más que sintiera estas emociones como suyas, no lo eran. Eran de su alma gemela.

Inosuke pestañeo fuertemente para limpiarse las lágrimas mientras el sol se ocultaba. 

No quería soltar su marca y perder la melancólica, triste, extraña... Y de alguna estúpida manera, reconfortante conexión que existía entre los dos.

Conexión | InoKana |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora