Capítulo 3: Una Colorida Visita

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Aún no sé cómo deje entrar a una "extraña" a mi casa, ni cómo ella tuvo la suficiente confianza para simplemente entrar como un conejo que inocentemente cae en una trampa. Sabía algo: Tenía una confianza increíble en mí, sino que podría explicar la manera tan simple en la que entro en mi casa, sin tocar la puerta ni pensarlo dos veces. Bueno, tenía que atender a mi "curiosa" invitada, no estaba acostumbrado a las visitas así que no estaba muy seguro de que hacer, por lo que decidí preguntarle si tenía hambre, sonrió y me respondió "No te preocupes, comeré lo que haya". Lo que haya, bueno, no había mucho así que... no estaba muy seguro de que servirle, pero en todo caso le dije que esperara pacientemente en la mesa. Lo peor es que no sabía cocinar del todo bien, solía sobrevivir con sándwiches en el desayuno, comida rápida en el almuerzo y café por las noches junto con los sándwiches. Podía servirle un sándwich en una bandeja de plata, pero nunca algo digno de su apreciación, lo cual lo convertía en un problema. "¿Crees que pueda dar un recorrido por tu casa? ", escuche desde el comedor. No le encontraba problema a ello, así que le respondí que sí, eso me daría un poco de tiempo para pensar en que podría servirle. Finalmente decidí servirle los mismos sándwiches que comimos esta tarde, como si reviviera un grato recuerdo. La llamé para que volviera de su "aventura por una tierra inexplorada" y volvió dando saltos al caminar, aunque no lo considere un poco infantil, me saco una sonrisa a la vez que comprobaba que era increíblemente inocente. Al ver los sándwiches puso una cara de satisfacción lo que me hizo saber que había hecho un buen trabajo. "¿No comerás tu?" me pregunto. "No, estoy bien, al fin y al cabo, la invitada eres tú y yo solo soy tu "elegante" mesero", le respondí mientras ella se echaba a reír golpeando la mesa, talvez también era un poco exagerada después de reaccionar como si hubiera sido el mejor chiste que había escuchado en su vida. Talvez ella solía pasar tiempo a solas, pero no me atrevía a preguntarle algo que no quería recordar. Pensé que el hecho de que estuviera aquí conmigo en un momento tan reconfortante era como si entrada para salir de la realidad hasta que el show terminara. Solo con verla a los ojos y oír su risa podía pensar en tantas cosas sobre ella, sobre mi... y talvez sobre nosotros. Después de que ella se terminara los sándwiches procedimos a ir a la sala de estar. Lo primero que hizo fue dar un salto y caer en los cómodos sillones. Le dije que no tenía nada interesante allí, pero aun así parecía interesarle cada detalle de ese lugar, especialmente las muy "curiosas" velas de forma circular. Le dije que, si quería que prendiera una, no solo iluminaria un poco más la sala, sino también la aromatizaría. Apague las luces para que ella pudiera apreciar el efecto que daba la vela al estar prendida. Toda la habitación se llenaba no solo de un reconfortante aroma, sino también de una cálida luz. Era un espectáculo hermoso de ver, saqué una manta de un contenedor que tenía al lado del sillón y se lo di a ella. Se tapó con ella y se acercó a mí y reposó su cabeza en mi hombro mientras compartía la manta conmigo. Era... cálido, y no solo por la manta, sino porque era la primera vez que apreciaba algo así con alguien, ella hacía de ese momento uno tan... especial. Estuvimos toda la noche así hasta que nos quedamos dormidos, uno junto al otro, acurrucados debajo de la manta hasta que la vela se consumiera. Y al despertar al día siguiente la vi echada sobre mí, con una sonrisa en su rostro. Intente despertarla suavemente, pero ella seguía durmiendo plácidamente recostada sobre mí, no podía levantarme ni siquiera para hacer el desayuno, no podía despertarla y dejarla ir sin que hubiera comido nada de regreso a casa. Intente moverme poco a poco hasta que finalmente me libre de ella y fui hacia la cocina a preparar los sándwiches que solía comer en la mañana, y cuando me dirigía al comedor, la vi aparecer de un salto. Imposible, hace solo 5 minutos estaba durmiendo y ahora estaba enfrente mío. Raro, muy raro. Le dije que se sentara y se comiera los sándwiches antes de que partiera de camino a casa. Se los comió muy rápidamente, no sé si por volver a casa o simplemente porque estaba emocionada por comenzar un nuevo día. En todo caso, era probable que no la vería en un buen tiempo hasta que se apareciera una nueva oportunidad para volver a vernos. La despedí extendiéndole la mano, pero ella rápidamente la evadió y me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo. No sé si fue porque tenía prisa o por la vergüenza de haberlo hecho, de todas maneras, no puedo negar que fue una colorida visita.

El Niño de los Cordones DesatadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora