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"¿NO LE PEDISTE
A DIOS AYUDA?"

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11 de agostó, 2012.

4:23 pm.
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Injusticia, es lo que vivía día a día, desde que su Mama murió. Todo tuvo un cambio repentino, como si ella fuera el control del entorno de ellas donde el desastre desea ser acomodado. Lágrimas bajaban de sus mejillas hasta llegar a sus clavículas para retenerse ahí y secarse, ella sentía impotencia. Rabia, desgano y mucho mas coraje.

¿Acaso nada podía mantenerse en su lugar?

¿Que puedo hacer para parecerme a mi difunta madre y mantener orden? -Decía.

Salió de su escondite

Miserable.

Sintió como una bomba con solo 5 segundos antes de su explosión, nadie pudo detener su detonación.

—¿Donde esta? —preguntó ella, sentía sus dientes rechinar, no podía abrir por completo la boca.

El como todos los días está ahí sentado en el mueble contando su cochino dinero, su asqueroso dinero, como ella lo llamaba.

—¿De que hablas? —preguntó él, no apartó la mirada de sus quehaceres.

—Sabes de lo que habló, ya me estoy cansado de esto —subió el tono de voz, recordaba la situación y la rabia se apoderaba de su ser— ¿Donde esta la ropa que mama me dejó? ¿¡Que hiciste!? —, esta vez él si la miró, su semblante estaba neutro sin ninguna expresión, como si no le importará.

Porqué en realidad, nunca le importó lo que ella le dijese.

—La vendí —lo dijo así, sin mas, como si fuera nada.

—¡Era mía! Es mía, ¿como te atreves? Es lo único que me quedaba de ella —las lágrimas bajaron de nuevo, respirar se le dificultaba por la razón de que los mocos se estaban volviendo líquido y mugroso.

Su situación económica esta muy afuera de la quiebre, ella sabe que él tiene otros trabajos donde en uno trabaja en el puesto que tiene en el centro del pueblo y los otros no lo sabía. Ganan un buen dinero que cubre todos los gastos y sobraba para cosas personales. Ella no dejaba de decir que es un codicioso.

La ignoró. Mordió su labio inferior.

No maldigas, no maldiga.

—¿A que quieres llegar con esto? Estas vendiendo todo. Mi escritorio, mi espejo, tu computadora, tus herramientas, mis cosas, tus cosas...

—Es por nuestro bien, me lo vas agradecer después. Entra a tu cuarto y quedate ahí, haré algo que no puedes ver.

¿Agradecer? Se repitió muchas veces en su mente e intento no soltar una risa amarga.

¿El quedarse cada día sin una cosa útil sería aliviador?

Vio directo a sus ojos tratando de retarlo y después a su rostro completo, la curva derecha de su labios se alzó. Le sonrió. Sonrió de lado.

El sabia lo que estaba sintiendo, el señor, Christian, entendía perfectamente lo que pasaba por su mente y le daba gracia, para él ella siempre será tan inmadura.

JacobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora