IV

54 2 1
                                    

Después de la pelea no recuerdo muy bien lo que paso. Gritos, sangre, insultos, directores, ira, amor. Solo eran palabras mezcladas en mi cabeza, o hechos que no podía construir perfectamente en mi linea del tiempo.
Eran las 07:30. Estaba sentada en la punta de mi cama, pensando. Por algún motivo me desperté una hora antes de la que me debía despertar, y no tenia sueño. Pensaba. Pensaba en Ezreal. ¿Cómo una persona que conocía hace poco tiempo pudo defenderme de esa manera? Creo que solo él lo podía saber.
En un cerrar y abrir de ojos estaba en la entrada del colegio. Observaba al auto de mi mama irse en zigzag por las calles de invierno, nevadas. Olvidé que ayer había nevado y hacia mucho frío.
Todavía estaba confundida. Entré al fin al gimnasio. Había un inmenso vacío. Silencio a montones. Caminé poco a poco hasta llegar a mi aula. Entré y me senté en mi asiento. Al lado se encontraba Ezreal. Su sonrisa estaba apagada, como nunca.

- Ezreal! - Se escuchó desde la puerta. Era la directora y estaba enojada.

Él se levanto de su asiento y se dirigió con ella, a la dirección supongo. Seguramente era por lo que sucedió ayer, era mi culpa, lo sabía.
Apoye mi cabeza contra mis brazos, apoyados en el asiento. Cerré mis ojos y me perdí en otro de mis sueños. No estoy segura si me dormí o que, solo sé que caí en un profundo pensamiento, lleno de colores y alegría, escuchando canciones lentas y relajantes, hablando del amor, sintiendo placer en cada parte de mi cuerpo. Lo sentía muy real. Miré hacia arriba. Un hermoso cielo verde azulado deslumbraba en ese paisaje, al igual que los ojos de Ezreal. Todo estaba en perfecta tranquilidad, hasta que un horrible sonido retumbo mi sueño y desperté. Era la alarma. Me levanté de mi asiento y fui a la dirección. Toqué la puerta y una mujer me atendió.

- Estoy buscando a la directora. - dije.

- Ahora le digo. - respondió con una dulce voz.

La directora tardo unos segundos en venir.

- Pasa. - dijo.

Entré a la habitación. Era muy cálida, tenía unas hermosas paredes carmesí, una alfombra suave y muchos cuadros.
En el centro se encontraba su escritorio con sillas gigantes. Por ultimo, una pequeña chimenea que encajaba a la perfección con el ambiente.

- ¿En que la puedo ayudar?

- Quiero saber que pasó con Ezreal.

- Ah, si, Ezreal... - dijo un poco estresada - temo que el sufrirá algún tipo de castigo, todavía nosabemos bien cual será, lo único que sabemos es que será grave.

- Sabemos? - respondí confundida.

- Si, los directivos del establecimiento.

- Ah... Bueno gracias. - dije y me levanté para irme.

La secretaria me abrió la puerta y yo salí. Corrí al patio a buscar a Ezreal, pero no estaba. Luego fui al gimnasio, y tampoco. Por ultimo al aula, ahí se encontraba él, sentado en su banco, mirando el piso, triste. Me acerqué y me senté al lado de él.

- Perdón. - dije.

- Perdón por qué? No hiciste nada malo.

- Por traerte éste problema.

- Yo solo lo traje a mi. Yo te defendí. Nunca dejaría que te peguen ni insulten. No sientas culpa. - respondió mientras su hermosa sonrisa nacía de nuevo en su rostro.

- Gracias.

Me paré y le di un fuerte abrazo. Él me lo devolvió. Fueron unos segundos eternos, y hermosos. Cuando nos separamos, me dio un beso en la mejilla y metió un pequeño papel en mi bolsillo.

- No lo abras ahora. Sólo cuando creas que haga falta - dijo.

- Bueno - respondí sonriendo como estúpida. - Espera!! Y que te dijo la directora? Hable con ella y dijo que te castigaran pero no me dijo como ni con que.

- ... - se quedó en un largo silencio. - Bueno pequeña - dijo haciéndome una inocente burla por mi estatura. - Nos vemos luego... T-te quiero. - dijo tímido.

Le di un beso en la mejilla y se fue... Creo que con el beso que le di, entendió mi respuesta.
Unos minutos después salí al patio y mi mama me buscó. Llegué a mi casa y me encerré en mi cuarto. ¿Por qué esquivo la pregunta? ¿Por qué no respondió y simplemente se fue? No lograba que mis ideas cierren. Temía que pasara algo muy malo en la escuela y por eso no me lo quería contar. Mi mente explotaba de ideas y mi corazón de sentimientos.
Me acosté cansada y con muchísimas dudas. Hasta que recordé el pequeño papel de Ezreal en mi bolsillo. Me levanté de un salto y corrí a buscarlo. Lo abrí ansiosa y vi números. ¿Números? Su numero de casa... Su numero de... ¿De qué?

-¡Su numero de teléfono! - grite.

PalomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora