Abecedario Escarlata

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Diez, nueve, las anclas surgen; ocho, siete, los fantasmas bailan en su desgracia; seis, cinco, las cortinas color sangre se abren en torno al coro; cuatro, tres, empiezan las primeras notas que causan respingos del susto en más de uno; dos, uno, la catarsis ha comenzado.

Alessandra, fundadora del comando veintisiete, no tengo ganas de hablar más de una semana sin parar de ti, asfixias.

Brenda, la segunda de la lista, un proyecto nos dejó solas y tu frágil cuerpo a mi merced, aun mantengo tus cabellos dorados en mis memorias. Tu cráneo perfectamente blanquecino resalta de entre la oscuridad desde mi estantería de premios. ¡Felicidades, fuiste difícil de acabar y eso merece un reconocimiento!

Carla, tu cerquillo y tu actitud de niña santa me atormentaban como aquel ayer que todos quieren olvidar, nada contra ti.

Desiree, yo quería la última galleta con chispas de chocolate, ¿acaso no recordabas que eran mis favoritas? ¿Eras mi mejor amiga y no te diste cuenta de mi humor? Elegiste el día incorrecto para meterte con mi hambre.

Emerson, siempre tan... insoportable, tan jodidamente callado con tu gesto inmutable por lo que pasase a tu alrededor. Tan yo... No podíamos coexistir, lo lamento pero las cosas son así: solo uno puede acceder al trono y al parecer serías un buen aspirante. Lástima que mi tiempo sea tan preciado y no haya querido competir contigo.

Franco, en el kinder tomaste una de mis coletas rubias y la sumergiste en el espesor y grumosidad de tu témpera roja... Ya estamos a mano, solo que la intensidad del rojo del que teñí tu cabello ruloso azabache no tiene comparación con tu arte de niño.

Gabriella, tocaste a mi Lucero, solo yo poseía esa dicha, nadie tenía derecho a tocarla más que yo, en todos los sentidos de la palabra. Tu muerte fue una de mis favoritas, te veías tan adorable colgando de la verja del patio trasero de tu casa, incapaz de pedir ayuda y evitar tu muerte bañada en dolor hasta el colapso de tu conciencia.

Helena, siempre odié tu forma de dirigirme la palabra, era tu alumna no tu esclava, eras la gobernadora de una democracia y no de una dictadura. Tu piel arrugada por los años de disgusto de escolares abandonó su brillo vital para irse degradando de a pocos en el sótano de tu casa. Oh sí ¡la nostalgia me llena al ver al maestro sustituto!

Jason, tu vida no tuvo real trascendencia en la mía, pero tu ser "bondadoso" y tu afán de perturbar en las paredes silenciadas de mi hogar te condenó a guardar el secreto que conté por piedad a tus ojos marrones acuosos, qué pena que tuve que deshacerme de alguien tan amigable.

Kendra, espero los lápices que adornan en abundancia tu pútrido cuerpo separado en bolsas que quién sabe algún día llegarán a unir por la lejanía de estas, te recuerden que el cliente siempre tiene la razón y que tu trato hacia mí, ya que era cliente más que habitual, debió ser el mínimo esperado.

Lucio, espécimen extraño, delicioso por sus cualidades y curiosidades que encontré tras aquellos ojos siempre camuflados por lentes de contacto de extraños colores. Fue divertido jugar con tu cuero cabelludo rosa, mucho más jugar a la desollado y a la desolladora...

Meranie, espero hayas disfrutado del perfecto ambiente que creé para ti, las velas con rico aroma adornaban las baldosas blancas del baño, junto con el incienso y la bañera llena de agua tibia con pétalos de rosas flotando en ella. Amo las texturas viscosas como mis manos sentir tu piel bajo ellas, marcadas por la sangre, ¿qué mejor que experimentar algo más íntimo con alguien a quién odié tanto? Piensa antes de actuar... ¡Pero valla, ya es demasiado tarde para consejos!

Nadir, dulce, suculento, simplemente delicioso. Nunca fui fanática del dulce, no lo amé, pero sí que gusté de ello. No sabía que el fudge bañando tu oscura piel conjuntamente con la melodía de tu dolor de fondo fuera la actividad más productiva que realizaría tras tanto tiempo sin estas.

Ñeca, difícil de encontrar, complicada de entrever lo malicioso en tu especie hasta tener que forzarme a encontrar un disgusto que elija tu manera de ascenso a mi navío, no podía permitirme perder a tan preciada y extravagante "Ñ". Unos dientes de conejo apenas separados bastaron para mi decisión.

Óscar, lo siento por robarte tu valioso día, eras alguien en quien ni siquiera posaba mi mirada, existías pero no ante mi espíritu escarlata. Espero que hayas aprendido la lección: a Kilian no lo toca nadie más que yo.

Paula, ¡tan insoportables hacía las mañanas tu asquerosa voz! La gente halagándote por ella, estaban equivocados con cien por ciento de certeza, vecina mía. Recuerda, la melodía más hermosa y regente del mundo es la de mi cabeza.

Quirino, busqué por mucho tiempo a alguien de tu tipo, tu inigualable " Q" , y me topé con que eras nada más y nada menos que aquel hombrecito que siempre estaba en la puerta del condominio. ¡Todos te extrañan! Créeme que sí, no dejan de preguntarse donde fuiste a parar o si volverás. Ilusos.

Roseline, amable, tierna, cariñosa, fraternal, un apoyo, un brazo a quien aferrarme, quizás un sustento en medio de este campo de batalla escarlata... Eras la hermana de ese monstruo y solo dabas lo mismo que mi madre: tu maldita indiferencia, ni los lazos de sangre que compartimos te dieron el indulto de mi peste.

Samuel, tus movimientos eléctricos agobiaban, tu persistente repiqueteo del lapicero contra la madera, el año atada a ti en la carpeta compartida, tus palabras sin sentido que a veces me dedicabas... Solo eliminé una mosca más.

Tracy, no vuelvas a pegar a tu mascota frente a mis ojos, que robaste un pedazo de mi esencia al hacerlo. Valía más que tu delicado rostro de niña en cuerpo de casi adulta, no vuelvas a tocar siquiera a un perrito fantasma.

Úrsula, prima, mi alma de niña te quería y adoraba, eras como mi hermana mayor... Nunca viniste, así que yo te fui a ver para poder jugar, ¿te gustó jugar conmigo? No te quedes morada y fría, nunca me gustó que me ignoren.

Verónica, perdona la interrupción, un error juvenil, debí haber previsto lo que pasaría, no fue mi culpa manchar la preciosa alfombra del cuarto de tu pequeño hijo de ti. Él está bien, de alguna u otra manera está bien, es muy pequeño para mi embarcación.

William, eras tan lindo y adorable, eras tan hermoso, precioso, el orgullo de él, luego un villano más, el cómplice, el traidor. Lo siento tanto... Es culpa tuya por no emitir señales de tu inocencia a tiempo, hermanito mayor.

Ximena, verte siempre en mi camino, en los lugares y situaciones menos indicados. Tu presencia, tu amabilidad, tu alegría... Me daban náuseas, tanto como la bolsa de desechos que del baño arastrabas.

Ysela, típica mimada del profesor, de mi Kilian, no podía permitir que te le acercaras con todos esas tentaciones de tu cuerpo para los hombres que posees pero yo, no. Tratabas de imitar la agilidad y saltos de mis dedos en el teclado, crear armonías mejores que las mías...

Soy invencible, recuérdenlo esclavos míos, a algo se debe su triste condición.

Zigor... El ocaso del viernes y mis manos extasiadas aguardan por ti.

Mi anhelado veintisiete, la última cereza.

El sabor metálico de la venganza.

Mañana te contaré una de mis mejores pesadillas desde tu futuro infierno.

El Cielo es la Vainilla y las Estrellas el ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora