Secuela

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Frente a la puerta de un departamento vacío yace una rosa.

La placa con el nombre del residente del piso fue retirada una hora antes de que la flor apareciera, a primera hora de la mañana. El casero se la llevó tras echar llave, luego de una última inspección, asegurándose de que no quedara ni la más mínima prueba del inquilino que ocupó el interior de la propiedad.

La rosa es bañada por la luz del día colándose por la ventana junto al ascensor. Nadie la ve. Nadie la verá hasta dentro de dos días que hagan aseo, preparando la apertura del departamento al público en busca de nuevos ocupantes.

La rosa es un silencio, un punto y final, despedida amarga, ofrenda a la historia que concluye para Yokohama y sus habitantes que declaran haber atestiguado una dramática historia, ignorando que la continuación se escribe muy lejos de ahí.

Tomados de las manos a bordo de un avión, Chuuya permite a la sensación del picaporte de su hogar deslizarse por entre sus dedos, y Dazai suelta el pasado entero.

Se sujetan, sonríen y la felicidad traza el primer kanji de su secuela.

El punto y final se transforma en bienvenida.

La rosa ofrecida por algún compañero como homenaje fúnebre al creerlos muertos, amantes trágicos desaparecidos en batalla, perfuma a la distancia la dicha que inicia en un adiós.

Kuroi HanabiraWhere stories live. Discover now