El Canal

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Bueno...no sé por dónde comenzar ya que nunca escribí sobre ella, a decir verdad nunca hable bien sobre ella, es decir, todo lo que sentí, viví o aprendí gracias a ella no lo pude expresar bien a alguien, pero ¿quién sabe porque?, después de todo ni yo lo sé, bueno comenzaré desde un punto en el cual puedo llamarlo "Comienzo".
Iba por mi primer curso de secundaria, y como siempre iba a ir a visitar a mis abuelos, los dos seres más amables, cariñosos, y con una gran historia, ya que habían vivido mucho...pero bueno, esa es otra historia.
Mi abuelo hace tiempo sufría de una enfermedad, sufría de Alzheimer y mi abuelita siempre lo cuidaba, era de esos amores de duraban hasta que realmente la muerte los separe, y ambos se amaban tanto que eso parecía lejano.
Estaba ansioso de ir, ya que siempre me gusta encontrarme con mis primos y jugar y salir y hablar de todo con ellos, y está vez no era la excepción.
-Felipe, ¡¿Dónde está mi polera verde?! 
-No lose Luis, búscala - me respondió mientras alistaba su maleta.
Felipe y yo vivimos en el mismo cuarto, y ambos nos divertimos estando en el mismo cuarto, viendo películas, jugando videojuegos, hasta hablando entre nosotros, y estábamos, como siempre, alistando nuestras maletas, ya que en el amanecer viajaríamos a Sucre, en auto claro.
Esa noche dormimos temprano...bueno, relativamente temprano, y nos despertamos a eso de las 04:00 a.m. 
-¡Luis, alístate, el Papá ya está viniendo! - me despertó Felipe.
- ¡Cierto, nos dormimos, otra vez nos despertamos tarde! - dije mientras me levantaba rápidamente de mi cama dejándola destendida.
- Apresúrate, metete a ducharte vos primero, y luego yo me baño. 
- Ya voy - respondí mientras corría al baño y rogaba porque mi padre no llegará antes a recogernos, ya que la última vez que salimos tarde bueno, no estaba contento que digamos.
Cuando ya estábamos listos para partir, bien cambiados y con las maletas listas, se nos extraño que no llegará mi padre, porque, después de todo, hace una hora llamó a mi hermano.
Así que decidimos llamarlo:
- ¿Pa? - dijo mi hermano por el teléfono.
- ¿Si? - le respondió.
- Ehh...ya estamos listos, ¿ya estas viniendo? 
No fue más tarde de lo que colgó mi hermano que supe que mi padre se había dormido, más tarde partimos, como cualquier viaje, llegando a eso del mediodía, y como siempre nuestra gran familia nos esperaba.
La casa de mis abuelos, ya vieja por el tiempo y las tantas historias que ocurrieron ahí, era un hermoso lugar que por fuera una puerta de madera vieja anunciaba el portal hacia otra época; por dentro se encontraba un gran pasillo de piedras y al lado derecho tres casitas que desembocaba en la casa de mis abuelitos; por dentro, lo primero que uno se encontraba era con una pequeña sala de recepción, en la cual habían dos sillones y un par de plantas adornando el lugar y en la pared, a lado de la puerta principal un gran cuadro de un velero perdido en el mar, luego le continúa un pasillo que llevaban a las escaleras y también conducía al comedor; el comedor, que estaba al lado de la sala, tenía una gran mesa de madera dónde nos reuníamos todos para el cumpleaños de mi abuelito y de mi abuelita, mientras que en la sala hay dos sillones con una mesita al centro, a las esquinas se encuentran unos pequeños estantes en los que se encuentran un casco minero, un sombrero vaquero, un teléfono antiguo, un premio y otros artículos antiguos, en el primer piso se encuentran cuatro cuartos, el cuarto de mis abuelos al fondo, con un piso de madera que crujía cada vez que ponías un pie en el él.

Hasta ProntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora