Epílogo

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—Vamos, Louis. Será divertido. En serio creo que él es el indicado para ti.

—Detente, Joe. Ya te dije que...

—Que no sales en citas por el trabajo. Oye... Hace tiempo creí que eso estaba bien, que te concentraras en tu empleo. Pero ya van dos años que trabajas aquí y no has salido con nadie.

Con una mirada asentía mientras intentaba salir de la incomoda plática. Si, después de algunos años en la universidad de Cardiff se había graduado como periodista. No mentiría, esperaba mejores cosas. Pero no se quejaba de su empleo, las notas que cubría eran interesantes y al público le encantaba sus columnas en la revista.

—Bueno, ya tendre tiempo después.

—Claro... —su amigo lo miraba incrédulo desde su silla. Conocía a Louis desde que había llegado a la revista. Y siempre evitaba cualquier cosa que tuviera que ver con salir con alguien. Incluso en las reuniones o fiestas, si alguien comenzaba a coquetear con él, desaparecía sin decir nada.

Estaba evitando algo y eso era seguro.

—Bueno, si no quieres salir a una cita esta noche, ven conmigo y Alison. Iremos a cenar a un nuevo restaurante japonés.

—De acuerdo, pero no quiero nada que contenga pescado—condicionó mientras se levantaba y ordenaba unos papeles.

—¿De qué hablas? ¡Casi todo tiene pescado! —exclamó el rubio en su sitio.

—Ya encontraremos algo —dijo el castaño con una sonrisa.

—Pasaremos con el auto a las siete—habló antes de salir de la oficina.

—Genial—respondió a la nada.

Su amigo parecía pensar que era un hombre triste y solitario. Pero no lo era, bueno, tenía dos gatos y vivía solo en la ciudad. Pero no era un triste y solitario hombre, solo algo afligido y de un círculo social reducido.

Manejando a su casa, en un semáforo puso la radio. Tal vez fue el destino, pero sonaba la última parte de una canción que siempre estaría en su corazón.

"Tomate dos años y llamame cuando estes mejor
Toma mis lágrimas y hallate a ti mismo húmedo
Whoa oh, somos tan miserables y patéticos.
Whoa oh, canciones para la astucia genuina."

De nuevo, cantaba en su auto, fingiendo tener un micrófono. Acabando justo cuando el color verde le indicó que ya podía seguir avanzando.

Al llegar a su casa, dos gatas ruidosas lo estaban esperando. El lugar no era enorme, solo contaba con dos pisos, pero era acogedoramente cálido y necesario.

—Blak, Kitt, ¿como están hermosas? —se agachó a acariciarlas.

Los ronroneos provenientes de los pequeños peludos eran reconfortantes para Louis.

Pasó su tarde corrigiendo y editando las columnas que debería entregar la siguiente semana, tenía tiempo de sobra. La lectura sobre nuevos proyectos para una actriz proveniente de irlanda era bastante interesante, el mismo hizo los anotes y la entrevista. Estaba orgulloso de su trabajo.

Su celular comenzó a sonar, al ver el identificador  el número de su amigo era el de la llamada entrante.

—Lou, espero que no lo hayas olvidado. Ya vamos en camino.

—Claro, que no. ¿Por quién me tomas? De hecho, ya estoy listo.

Si, lo había olvidado. Vio con asombro la oscuridad de la noche y el cuarto en donde estaba muy a gusto solo era iluminado por el brillo de su computadora. Apagó esta de inmediato y entró a la ducha.

He Is DangerousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora