[seis]

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[Once Upon A Time]


Ginny contaba los minutos, veía el reloj cada diez segundos, pero este parecía seguir igual. Eso le frustró, eran apenas las once de la mañana y ella quería que fuesen las cinco y media ya, ¿Era mucho pedir?

-Estás de impaciente-comentó Jules al verla moviendo la pierna contra la banca con nerviosismo-¿Porqué estás de impaciente?

Ginny paró y lo miró tratando de buscar alguna excusa. No le había contado lo de James, la carta de sus padres ni la de la persona misteriosa (de la cuál ya tenía un sospechoso) que la había citado con el propósito de decirle "la verdad".

-Quiero ir al baño.-dijo e internamente se dio una palmada mental. Eso había sonado demasiado estúpido. Y Jules no lo notó, como de costumbre.

-Oh-dijo sonriendo-Yo también me pongo así cuando quiero ir al baño.

Ginny asintió nada interesada en lo que Jules seguía diciendo sobre sus problemas digestivos y demás y se enfocó de nuevo en el reloj.

Era de madera y bonito e iba demasiado lento para su gusto. Bufó y cuando la profesora Mcgonagall dijo que eran libres ella tomó sus cosas y acompañada de Jules salió del aula de Transfiguración.

Cuando por fin dieron las tres de la tarde corrió al Gran Comedor a comer a prisa para ir a hacer los deberes. Tenía demasiados.

-Estás demasiado rara hoy, Ginny-le comentó Albus, Scor asintió y Jules le sonrió.

-Es que quiere ir al baño-dijo Jules y Ginny se golpeó la frente con la mano. Riendo negó.

-Tengo muchos deberes, Jules-le dijo y él asintió sentándose dándole igual. Albus asintió también y decidió cambiar el tema de conversación.

-¿Saben de qué va la primera prueba?

Se refería a la primera de las tres pruebas del Torneo. Recordó las pruebas que su tío Harry había pasado, dragones, sirenas y un laberinto encantado. No tenía idea de que tocaría éste año.

-Oí un rumor-respondió Scorpius.-Escribí a mi padre anoche, trabaja en el ministerio y a veces oye cosas. Dijo que probablemente la primera prueba serían duelos. Ya saben, con hechizos de desarme nada más claramente pero duelos. El que gane será el que tenga más puntos, el que pierda obviamente irá hasta el último con riesgo a salirse de la competencia.

-Esto se pondrá bueno.-dijo Jules como única respuesta.

Ginny miró su plato y estaba vacío por lo que se puso de pie y tras excusarse se fue corriendo a la biblioteca para hacer deberes.

Estaba casi vacía lo cuál le alegró. Dejó sus cosas y comenzó con un pergamino de Historia de la Magia. El profesor Binns ciertamente le caía bien, era relajante su voz y le encantaba la clase. Ya llevaba la mitad cuando escucho una risa bastante alta para la biblioteca. Lo extraño es que Madame Pince no dijo nada. Ella lo olvidó y decidió seguir con lo suyo cuándo escuchó otra risa aún más alta, ciertamente molesta, por lo que decidió ir a callar al responsable.

El responsable era Potter quién estaba delante de un pergamino riéndose al escribirlo.

-¿Qué es lo que es tan gracioso?-dijo molesta- Es una biblioteca Potter, respeta.

El chico la miró y rió más fuerte verdaderamente divertido sobre algo.

-Deja que me explique-dijo entre risitas-No es de ti de quién me río, bueno no mucho. Estaba escribiendo algo secreto y vaya, me he soltado mis buenas risas aquí.

-Lo noté-dijo ella ignorando el hecho de que dijo que se estaba riendo de ella-Ve a reír a otro lado, no necesitamos esto con demasiada tarea.

-Si mamá-dijo él. Recogió sus cosas y se marchó.

Ginny frunció el ceño, ¿de verdad James Potter le había hecho caso?

Regresó a su mesa en silencio, aún sorprendida, y terminó su ensayo. Después comenzó con el de Slughorn. Este lo haría más largo pues había demasiados datos interesantes sobre el ópalo a su parecer. Una vez que acabó miró el reloj, eran la cinco diez. Ginny sonrió, estaba a tiempo de ir a que le dijeran de una buena vez que pasaba. Tomó sus cosas y las guardó en su mochila, se la colgó y se marchó de la biblioteca. Salió del castillo con paso medio rápido con dirección al Lago Negro. Una vez que llegó sólo estaba una carta.

Era el mismo pergamino de la carta anterior y la misma letra. La levantó y la abrió, esta decía:

Ginevra:

No iba a dejar que supieras quién era el que te daría esta información, no puedo.

Lo que si puedo hacer es decirte cosas que no sabes y que probablemente no tendrías que saber, pero me he cansado, ahora tu también tendrás que saber tu propio secreto, no sólo yo.

No te lo diré todo de una vez, te enviaré más cartas después.

Había una vez una familia rica y poderosa en el mundo mágico. Tenían una tradición bastante inflexible, los primogénitos no pueden ser mujeres, sólo un varón.

La noche del 31 de Octubre nacieron mellizos en esa familia.

Y ahí acababa la carta.

𝑫𝑰𝑭𝑭𝑬𝑹𝑬𝑵𝑻. [𝑯.𝑷]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora