Me he despertado con ganas de acabar el cuadro de Duman, tengo muchas ganas de colgarlo en la pared de mi habitación, así que me paso toda la mañana pintando. Mi parte favorita son los matices, unas veces son más claros y otras más oscuros, a pesar de que muchas personas piensan que son insignificantes, no pueden estar más equivocados, porque sin duda marcan una gran diferencia.
Sigo pensando en la conversación de ayer con Leo, parecía enfadado, pero no comprendo el por qué. Tengo la esperanza de que me cuente que le pasa y todo vuelva a ser antes, al menos eso espero.
El teléfono de casa comienza a sonar, es algo poco habitual, ya que nadie suele llamar. El número es desconocido aún así decido responder, las palabras me dejan helada.
-Sara tienes 1 semana, ni un día mas ni un día menos, si no pagas tu deuda, nos llevaremos a Ayla al igual que hicimos con Valerio—cuelgan.
Tengo que hablar con mamá, me dijo que ya había pagado todo lo que debía, pero lo más importante, ¿por qué quieren llevarme a mi? ¿quién es Valerio? Tengo que averiguar quiénes son esos hombres cuanto antes.
Salgo de casa y me dirijo a la pequeña cascada que hay oculta en el bosque, llego diez minutos antes de lo acordado, pero Leo ya está sentado al borde del pequeño lago. Parece distraído.
-Leo—me mira, no responde solo me indica que me siente a su lado.
-No puedo más Ayla, se acabó, tienes que irte lo más lejos que puedas—puedo ver la frustración en sus ojos.
-¿Por qué?—son las únicas palabras que puedo pronunciar.
-Se acaba el tiempo y vendrán a por ti y esta vez no podré protegerte.
-¿Qué está pasando?¿Quién vendrá a por mi? Si mi madre paga la deuda, nos dejarán en paz, además, ¿¡tú cómo sabes todo eso!?—estoy apunto de ponerme a llorar, pero mi orgullo no me lo permite.
-No es a mi a quién debes preguntar, intento protegerte pero no me dejas, cada día eres más distante, cada maldito día que pasa te alejas más y más—tira piedras al agua.
-Está bien gracias, no te molestaré más.
-No Ayla, espera, quiero ayudarte, por favor no te vayas—aún así me voy, se cuidar de mi misma—¡Ayla!
Comienzo a correr, siento los pasos de Leo detrás mío, intento acelerar pero aún así me alcanza.
-Ayla escúchame, por una vez en tu vida, escúchame. Aunque tú madre pague su deuda, irán a por ti igualmente, eres la pieza que les falta para conseguir lo que quieren, huye, por favor, huye y no mires atrás—se le quiebra la voz.
-¿Por qué me dices esto ahora? Llevas meses ignorándome y ahora vienes y me dices que vaya y no vuelva, ¿piensas que te haré caso? Pues no, porque para empezar ¿cómo sabes todo eso?—estoy decepcionada—Leo déjame ya.
-Está bien, Ayla la orgullosa, la que cree que puede con todo ella sola, ¿¡quieres saber por qué te cuento esto!? Pues que te quiero, eres lo único a lo que puedo llamar familia, y no quiero que te pase nada, pero tú eso no lo entiendes. Solo piensas en ti, mira a tu alrededor de una vez.
-Leo no te equivoques, el que se alejó fuiste tú, no mientas porque sabes que eso tengo razón.
-No me importa eso ahora, si lo hice fue con motivos no por gusto. Así que ahora por favor, prepara todas tus cosas, porque dentro de dos días vendrán a por ti. Estamos a contrarreloj, mi amigo vendrá a buscarte esta noche, y te llevará a un sitio seguro. Por favor ve con él y no se lo digas a nadie, ni siquiera a tu madre, si no lo haces por ella ni por mi, hazlo por ti.
-Va..vale—sé que no está mintiendo, confiaré en él una vez más, al fin y al cabo no me queda más remedio.
-Gracias al cielo, menos mal que has entrado en razón. Ahora vete rápido, prepara todo lo que necesites.
Corro hasta llegar a mi casa, mi madre aún no ha llegado, tengo poco tiempo, así que solo me llevaré lo estrictamente necesario.
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Anecdoche
RandomAyla tiene una vida monótona y aburrida, sin nada especial. Pero, un día todo cambia, como en la leyenda de la caja de Pandora, al abrir algo que no se debe todo puede salir mal. La puerta se ha abierto y ya no hay marcha atrás. ¿Conseguirá Ayla esc...