4. Rubatosis

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Apenas tengo tiempo para guardar todo lo que necesito, así que simplemente guardo algo de ropa en mi mochila, también decido llevarme mi sketchbook y la cámara de fotos. Me gustaría llevarme el cuadro de Duman pero es demasiado grande, decido esconderlo el la falsa pared que hice en mi armario, de esta forma si registraran mi habitación no lo encontrarían.
Siento que mi pequeño viaje a los acantilados va a ser ahora, y es el momento más inoportuno en el que me podría pasar.
Esta vez estoy sola, no veo a Duman por ninguna parte, la niebla es más espesa que nunca, no veo nada, no oigo nada, lo único que puedo escuchar es el latido de mi corazón. Mi ansiedad va aumentando, no puedo soportar la sensación de mi corazón bombeando mi sangre. Noto una mano sobre mi espalda, cuando estoy a punto de girarme me habla.
-No te gires, escúchame, tienes que huir, ellos saben dónde estás, ahora necesito que prometas algo, prométeme que no confiarás en nadie. A partir de este momento no puedes confiar en nadie más que en ti misma. Huye y no mires atrás.
Cuando voy a responder me doy cuenta de que ya estoy en casa, de todas formas, las palabras que me dijo esa misteriosa persona se parecían a las que me dijo el otro día Leo. Mi intuición me dice que la decisión correcta por el momento es huir. Sí, es lo que haré.
Mi madre ha vuelto a casa, así que no tengo más remedio que salir por la ventana, no me supondrá un problema, siempre me he escapado bajando por el árbol que está al lado de mi ventana.
Oigo como sube las escaleras, no tengo tiempo, si no me doy prisa me verá.
-Lo siento mamá, pero hago esto para protegernos, a ambas—susurro por última vez antes de abandonar lo que había sido mi hogar.
Puedo ver a Leo indicándome desde su ventana que vaya al jardín trasero de su casa, así que cruzo la desierta calle corriendo y me oculto entre los arbustos hasta llegar al jardín de Leo. Me encuentro con Declan.
-Declan, ¿qué haces tú aquí?—mi sorpresa es inevitable—¿Y tú quién eres?—le pregunto al chico que acompaña a Leo.
-Ayla, este es Óscar, el es nieto de Declan, te acompañará y estará contigo hasta que puedas volver.
-Declan, pensaba que no tenías hijos, ¿qué se supone que esto? Además, por qué me iba a ir con alguien que apenas conozco. Leo, mas te vale explicarme todo lo que está pasando.
-No hay tiempo para explicarte ahora toda la historia de tu familia, la misma historia que tú madre te oculta desde que naciste—Declan responde nervioso.
-Vale y que me dices de él, ¿te llamabas Óscar no?¿Él que tiene que ver con todo esto?
-Soy el único superviviente del clan de los protectores.
-¿El clan de los protectores? ¿De qué hablas?
-Te lo explicaré durante el viaje, ahora no hay tiempo, tenemos que irnos ahora.
-Ayla, si alguna vez necesitas hablar conmigo, recuérdame y desea con todas tus fuerzas que yo esté allí contigo, ya sé que esto ahora te parecerá una estupidez pero el tiempo hará que te des cuenta de muchas cosas.
-Leo, se acabó el tiempo nos vamos.
Óscar sujetó mi mano con fuerza, sacó unos polvos de su bolsillo los puso en su mano y sopló con fuerza. Aparecimos a la orilla del mar, el agua rozaba mis pies y retocedía con timidez, era la primera vez que veía el mar y puedo decir que es una de las cosas mas hermosas que he visto en mi vida. La brisa acariciaba mis mejillas, la arena húmeda se deslizaba por mi dedos al cogerla y caía como finos hilos de cristal, el sol brillaba con fuerza pero hacía frío, mucho frío.
-Óscar, ¿dónde estamos?
-Estamos en Leais, aquí es muy poco probable que nos encuentren, aún así tendremos que cambiar de ubicación cada poco, así que no te acostumbres. Vamos, mi casa está por aquí.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2019 ⏰

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