Temo no había dicho ni una sola palabra desde que llegaron a casa de Aristóteles. Estaba tan nervioso que cualquier cosa que diría seguro iba a ser vergonzoso. Aristóteles tampoco había dicho algo, estaba más concentrado curando la herida del brazo, se veía demasiado concentrado, limpiando, tocando, poniendo medicina y la banda.
Temo arrugo la nariz y jaló un poco el brazo cuando Aristóteles le roceo un spray curativo. Aristóteles forzó su agarre en el brazo de Temo para que no lo quitara.
- Tienes que curarte –dijo –no se puede quedar así.
Lo miro por un segundo y volvió la mirada a su herida. Temo susurró está bien. Lo entendía, pero dolía mucho.
- Fue un accidente, sabes –dijo Temo, su voz salió un poco ronca.
Aristóteles lo miro un segundo más, negó con la cabeza y siguió curando.
- Tampoco tenías que ser agresivo –agregó Temo.
Ni una sola palabra salió de la boca del otro chico. Temo dejo de hablar y Aristóteles no dijo nada más, hubo un momento en el que Aristóteles dejo de curar el brazo de Temo y este lo miró con duda.
- Deja de temblar –dijo Aristóteles, sin mirarlo.
Poner de excusa que el temblor de Temo era por la herida sería un poco demasiado tonto. Temo sabia porque estaba nervioso pero no quería admitirlo. Era demasiado vergonzoso.
- ¿estás nervioso? –añadió Aristóteles con una sonrisa oculta.
A Temo se le puso la piel de gallina cuando Aristóteles pronuncio esas palabras. Aristóteles se acercó más a él, y tragó saliva. Temo frunció el ceño.
- ¿Por qué estas nervioso Temo? –preguntó
Temo no respondió.
- ¿Temo? –susurró
Estaban muy cerca. Aristóteles sonrió, cuando alzó su mano para acariciar su mejilla, a Temo se le puso la piel de gallina una vez más, y se estaba mintiendo interiormente al pensar que quería quitarse de ahí, y alejarse de Aristóteles. Pero los labios de Aristóteles lo llamaban, le decían que no se quitara, que quería que pasara. Temo se inclinó un poco hacia el toque de Aristóteles, su respiración era pesada, Aristóteles estaba demasiado cerca.
Demasiado cerca.
Cuando estuvo solo a centímetros de distancia, Aristóteles rozó sus labios contra su mejilla y le dio un corto beso.
Un beso demasiado dulce e íntimo, la mano de Aristóteles todavía seguía acariciando la mejilla contraria. Cuando Aristóteles se alejó solo unos centímetros volvió a sonreír.
- ¿por eso querías que viniera contigo a curarme? –preguntó Temo, en voz baja.
- Ni siquiera sabes cuantas ganas tenia de estar tan solo cerca de ti –respondió Aristóteles –esto fue instinto, realmente no tenía pensado darte un beso, pero eres taaaaaan...
Aristóteles suspiró y volvió a sonreír.
- Estas curado –continúo.
Todavía seguía cerca de su mejilla. Temo sonrió. Aristóteles se levantó sin antes dejarle un beso en la frente y le indicó que era hora de irse. Habían pasado mucho tiempo en casa de Aristóteles. Temo se puso de pie nervioso y pasó por a lado de Aristóteles, el cual rozó su mano con la suya, Temo apresuró su paso saliendo de la casa de Aristóteles y llegando a la calle donde ya no había nadie jugando, solo se encontraban Diego y Mateo sentados en la banqueta teniendo una amena conversación.
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Paper Cuts ↠ ARISTEMO
RomanceEl tiempo transcurre muy deprisa, mientras pasamos nuestras vidas ocupados, vivimos cada día haciendo solo las cosas que podemos hacer ahora. Pero cuando cierro los ojos siempre estás a mi lado. Aquellos días en los que parecía que habíamos olvidad...