Stupid

Grand-father

Era la tercera semana del viejo Frank Fawancelly viviendo en el asilo Happy Blues. Su familia lo habia trasladado alli a voluntad propia, y por la poca convivencia, y el bienestar de sus nietos, el acepto.
Se sentia bastante solo alli, convivia con los demas pacientes, pero las demas angustias lo deprimian mas. Con constancia, solia olvidarse sus nombres y los confundia.
Pasaba mucho tiempo encerrado en su habitacion, tomando una siesta o leyendo libros de poesia.
Era un martes de julio, un compañero lo habia invitado a jugar bingo. Frank se nego y les pidio a las enfermera una hoja y lapiz. Estas se mostraron un poco confundidas ante dicho pedido, ya que sabian que Frank carecia de la capacidad intelectual de formular un texto y mucho menos era capaz de escribirlo. Pero aun asi, obededecieron y al cabo de un rato le trajeron lo pedido.
Frank, sintiendo su espalda pesada al apoyarla contra el respaldo de su silla, penso un momento en lo iba a escribir. Y su familia se le vino a la mente.

"Hola a todos, espero que sus dias esten avanzando con mucha alegria. Los extraño mucho a todos. Marta, espero que no te olvides de condimentar a mi pez Glu dos veces al dia. Si puedo regresar, quiero verlo sano.
Los dias aqui son realmente hermosos, espero que los suyos tambien. He estado tomando algunos medicamentos para el malestar de la joroba, y aprendi a hablar en frances. Me gustaria que todos estuvieran aqui para verlo, no dejo de pensar en ustedes. Lis extraño mucho.
Con cariño, el abuelo Frank".

Doblo la carta al dejar el lapiz. Coloco una estampida en ella,  del monton que habia sobre la mesa y se la entrego a las enfermeras, pidiendoles que se la enviaran a sus hijos.

Frank era consciente de lo que significaba estar solo. Y ese lugar se habia asegurado que hasta que lo sepulten no lo olvidara. Habia momentos en los que se sentia algo desgraciado por no valorar aquellos tiempos en los que su cuerpo no le pesaba, no se le dificultaba subir las escaleras, o cuando estaba en sus cuarenta y podia correr junto a sus nietos, que ahora cursaban la universidad. Echaba mucho de menos los buenos tiempos.
Esperaba que al menos sus nietos lo extrañaran un tercio de lo que el a ellos.