Bendición

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Capítulo 14

Bendición

Las bendiciones llegan justo antes de la tormenta, en medio de ella o después. No existe un tiempo o momento exacto de su aparición. Lo que sí se sabe, es que después de momentos complicados, son aún más valoradas.  Dependiendo de las personas y situaciones es la magnitud de ellas, incluso para algunos una bendición es parte de una maldición. Todo depende de qué ángulo se analice un suceso de importancia…

Lucy y Natsu se encontraban en la mansión, después de la boda fue completamente necesario regresar allí. Se volvió algo difícil para él habituarse enteramente a la mansión, y aún más el tener que convivir con Sting. El rubio no saldría de la casa hasta que se cumpliera el contrato en totalidad, y en ese momento, aún faltaba tiempo.  

Los recién casados comenzaron a convivir más. Ella trataba de aprender a cocinar mientras él buscaba la manera de no ser un patán. Aunque le era difícil ocultarlo cada vez que tenía que probar los nuevos experimentos culinarios de la joven. No había manera de ocultar la expresión de asco que le provocaba eso. Definitivamente no debía aprender nuevas recetas, al menos es lo que pensaba. Las comidas sencillas le quedaban estupendamente. Aunque no podía hacerle frente a sus experimentos, había otras situaciones que surgían en cualquier momento y lugar, que sencillamente los  tenían muy contentos.

Por las tardes, Lucy se quedaba en el jardín leyendo por horas, mientras Natsu practicaba con su magia del otro lado de la mansión. Eran sus mayores pasatiempos.

Natsu se encontraba realizando su práctica diaria, en su lugar favorito del gran jardín de la mansión, cuando un escalofrío potente lo sacudió. Su corazón se aceleró y comenzó a respirar con dificultad. Llevó su mano a su pecho con rapidez y se cuestionó al respecto. Algo no estaba bien.

-¡LUCY!- exclamó.

El joven aún con dificultades para respirar emprendió camino. Su velocidad era muy notable. Corría sin detenerse ni un segundo. Tenía un mal presentimiento. Todo tipo de situaciones pasaron por su mente poniéndolo aún más nervioso de lo que ya estaba. Suplicaba que todo fuera su imaginación. “Lucy, Lucy, Lucy”, pensaba.

Llegó a la parte donde ella siempre se sentaba a leer, sólo encontró en el pasto su libro favorito: “El fénix”. Miró a todas partes, incluso hacia el cielo. No estaba. La desesperación lo embargó y se sintió perdido. Corrió por todo el patio gritando su nombre, sólo se detenía para toser y expulsar saliva, eso lo ahogaba.

Estaba a punto de entrar a la mansión y buscarla hasta el último rincón cuando un estruendo lo mandó a volar. La fuerza del impacto casi lo hacía quedar inconsciente, pero era más grande su deseo de verla. Se levantó como pudo, sabía que estaba herido. No podía mover su brazo y le sangraba una pierna.

-Lucy, ¿dónde estás?- gritó como pudo.

La sangre seguía huyendo de su cuerpo, era como si su mismo ser lo traicionara en un momento tan importante. Temía que perdiera el conocimiento antes de tiempo.

-¡Maldita sea! ¿Dónde estás? – rugió.

-¡Natsu!- gritó la chica potentemente.

Él al escucharla se dirigió a grandes y pesados pasos hasta ella. Se encontraba sobre los escombros. Estaba algo golpeada, pero aparentemente nada de gravedad. La podía ver, y aun así estaba muy inquieto. Algo o alguien había provocado la explosión. Si era alguien, seguramente se encontraba cerca. Apresuró su paso tanto como su cuerpo se lo permitió. Estaba a un escaso metro de ella. Cuando…

-Natsu… Te amo…- pronunció la chica con lágrimas en los ojos.

El instante se petrificó, al igual que su cuerpo. Un hombre estaba ahí. Parecía un demonio. Su expresión era terrible. Por más que Natsu trató de identificar su rostro y encontrar el porqué de sus acciones, no obtuvo respuesta. Nunca en su vida lo había visto.

Mi prometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora