Magia

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Capítulo 16

Magia

Cuando alguien piensa en Magia, imagina luces brillantes viajando por el cielo, con destinos conocidos y otros por conocer. Se puede soñar con maravillosos deseos cumplidos que con el sólo tiritar en la plenitud causan un ardor en el pecho. Ardor de curiosidad, necesidad, esperanza y libertad. Libertad de viajar por los mundos sin fin, de volar por todas las constelaciones y caer con gran velocidad para sólo frenar con fuerza antes de impactar con la tierra. Una imagen que incita a buscar por cada rincón del mundo nuevos destellos. Partículas brillantes, insolentes que invitan a una plenitud sensorial y mental.

La magia es vista como el inicio de una felicidad inalcanzable y desbordante. A pesar de todas las maravillas y bendiciones que ésta puede significar, atrae su contraparte. No puede existir lo puro sin lo sucio, así como no puede haber magia positiva sin su doble negativa. ¿Cómo parar algo tan grande en cualquiera de las dos situaciones? Así como hay plenitud, libertad, deseo y derroche de poder en búsqueda del bien, hay poderes sin escrúpulos que ensombrecen los más puros horizontes.

La magia negra es un tabú en cualquier parte, porque sólo atrae malas situaciones, sombras oscuras y poderes indeseados. Ésta se aprovecha de aquellos corazones débiles y confundidos, desorientándolos aún más y alejándolos de la luz que aún anida en lo profundo de su ser. A veces la diminuta luz desaparece sin opción, en otras, crece como la esperanza de quien creé en el futuro. Para estos seres la magia representa el medio de la destrucción, de la venganza y la tenebrosa sonrisa. Disfrutan de sus adquisiciones por medio del dolor de otros… Esa magia, simplemente, representa todo aquello que se aprecia en el vasto cielo, aquello oscuro que se ve opacado por la deslumbrante luz de la magia blanca, porque no importa las situaciones más oscuras que se presenten, lo positivo siempre estará presente.

Los momentos de felicidad se vieron cruelmente truncados para una joven pareja que apenas estaba comenzando a conocer lo que era la verdadera magia…

Sus ojos carecían de brillo, eran grises, casi incoloros. Sentada junto a un gran ventanal fijaba su vista en la lejanía. Estaba perdida en la inmensa colina que obstruía su paso. La colina parecía representar una gran piedra en su camino, que ella no podía disipar.

Respiraba con inquietud  y a la vez con tranquilidad. Había un contraste muy grande en su ser. Parecía que una gran luz había anidado en su ser, pero como un gran río en la cercanía de un desierto se había secado. Lo reluciente trataba de salir a flote, sin embargo su desesperanza la embargaba inevitablemente.

A su lado, tomando su mano estaba él. Su rostro denotaba cansancio y amargura. La luz de sus pupilas había desaparecido casi por completo. Sus dedos se entrelazaban con fuerza con los de ella, sin embargo, no había respuesta alguna. El chico sostenía con tristeza en su brazo restante una pequeñita con las mejillas rosadas y cálidas. A veces ella volteaba a verla y esbozaba una corta y dulce sonrisa. Era como si ése pequeño ser buscara sacarla de su letargo. A pesar de eso, ella no reaccionaba.

-Lucy, la pequeña… desea estar en tus brazos- mencionaba Natsu en un susurro sin fuerzas. 

-…-

-Sé cómo te sientes… es algo tan profundo y doloroso… en verdad no se lo deseo a nadie… pero no podemos seguir así… Lucy… por favor…- dijo él con un hilo de voz.

El agarre sólo se soltó más como resultado de sus palabras. Pequeñas gotas resbalaron por las mejillas de la chica. Su expresión seguía siendo la misma, la única forma de saber que escuchaba eran sus nuevas reacciones a las palabras. En ocasiones solamente estaba inerte.

El corazón de Natsu estaba debilitándose cada vez más. Ver a Lucy en ese estado no le permitía avanzar adecuadamente, aunque lo deseaba con todo su corazón. No buscaba olvidar, porque eso significaría desaparecer la existencia de esa pequeña que nunca pudo ver la luz del sol. Lo único que esperaba era sobrellevar ese dolor y criar lo mejor posible a la gemela. Pero él no buscaba hacerlo solo, necesitaba a su esposa a su lado, la niña los necesitaba a ambos.

Mi prometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora