Capítulo 4: La carretera

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Después de dejar la cocina, Mickey se preguntó si había hecho mal en darle a Donald lo que, creía, era una pista bastante evidente. Quería decirle lo mucho que le importaba, pero temía que, de hacerlo, lo rechazaría y eso terminaría con años de amistad. La idea de perderlo lo llenaba de terror. No quería volver a perder a un ser querido.

Intentó pensar en lo que le diría Goofy y consideró llamarlo. Idea que descartó al recordar que estaba de vacaciones con su hijo. Se dijo que podía hablar con él después, que sus sentimientos podrían esperar y que mientras tanto, podía conformarse con la amistad de Donald.

Se acercó a la pareja y les sirvió la cena. Pudo ver las sonrisas en sus rostros y de inmediato supo que eran sinceras. Sabía que su vida amorosa no era la mejor, pero eso no evitaba que pudiera disfrutar de ver a dos personas enamoradas disfrutar del inmenso amor que se se tenían o sentir el anhelo de ayudar a que ese sentimiento germinara.

—Lamento haber pensado que olvidaste nuestro aniversario —escuchó decir a Elena —. Debo admitir que me has dejado sin palabras.

—Nunca podría olvidar una fecha tan especial —respondió Edmon.

Si Mickey no supiera que estaba mintiendo, le hubiera creído cada una de sus palabras. El único motivo por el que no dijo nada era porque no quería causar problemas y porque estaba seguro de que el amor que sentía por su esposa era sincero.

Mickey decidió alejarse. Lo suficiente para que pudieran contar con la privacidad que necesitaban, pero no demasiado como para no escuchar el momento en que lo llamaban, si es que llegaban a necesitar de algo o querían pasar al postre. Edmon le había dicho que el pastel era lo más importante y, como el romántico que era, Mickey quería asegurarse de que todo saliera a la perfección.

—¿Qué haces, Mick? —escuchó que le preguntaba Donald.

—Esperar.

—Entonces ayúdame a decorar el pastel. Es lo único que me hace falta.

Mickey ingresó a la cocina y comenzó a trabajar con las decoraciones. Entre los dos aplicaron varias capas de dulce de leche para unir los pisos del pastel y otras capas de crema pastelera como decorativo. Como ninguno de los dos era pastelero se limitaron a colocar fruta picada en la superficie y una pieza de papel con el mensaje que Edmon deseaba ver.

—Por fin terminamos —la mirada de Donald se posó sobre Mickey, parecía molesto —. La próxima vez recuerda esto, no me involucres en tus proyectos in antes preguntarme.

—Lo haré.

—Hablo en serio, Mickey.

Mickey tomó la cuchara que había usado para decorar el pastel y la colocó sobre el pico de Donald. No pudo contener la risa al ver a su amigo con la cara manchada. Su expresión molesta le resultaba adorable.

—Mickey.

Lo que hizo Donald fue algo que tomó por sorpresa a Mickey. Tomó la cuchara que había usado para decorar el pastel y manchó su mejilla derecha. Mickey decidió que no se quedaría de brazos cruzados y que, si su compañero quería una guerra de comida, tendría una guerra de comida.

—¡Mesero! —el llamado de Edmon hizo que terminara la pequeña batalla de comida que se desarrollaba en la cocina —. ¡Estamos listos para el postre!

—Supongo que es hora de regresar al trabajo.

—Es lo menos que puedes hacer —le dijo Donald, reclamándole por haberlo involucrado sin siquiera pedirle una opinión.

Lavar los platos no era parte del trato, pero Mickey quiso hacerlo. En cuanto terminó de atender al matrimonio se dedicó a ayudar con la limpieza de la cocina. Sentía que no era mucho y que era lo menos que podía hacer como agradecimiento por el hospedaje que les brindaban en ese hotel.

El concierto de PowerlineWhere stories live. Discover now