Epílogo

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El plan era sencillo, irían al partido de béisbol y luego regresarían a la casa porque ambos debían ir a trabajar y él había prometido ayudar a sus sobrinos con la tarea después de que regresaran de su reunión con los Jóvenes Castores. Donald lo sabía, sin embargo, no podía evitar sentirse nervioso.

Y es que era su primera cita.

No estaba seguro si había empezado a desarrollar esos sentimientos durante el viaje al concierto de Powerline o si fue hasta ese momento que comenzó a ser consciente de ello, no era algo en lo que le gustaba pensar. Tampoco estaba seguro de si un partido de beisbol podría ser apropiado para una primera cita, aunque en su momento sí lo fue. Él y Mickey habían estado de acuerdo en tener esa cita en un lugar que fuera familiar para ambos y que pudieran disfrutar de igual forma.

El día anterior se había sentido bastante tranquilo y ese día también. O al menos así lo fue hasta que vio el reloj y notó que faltaban tres horas para la cita. Conforme se acercaba la hora del partido comenzaba a sentirse más nervioso y pensar en todas las cosas que podrían salir mal.

Donald no era un adolescente que estaba experimentando su primer amor, pero sí era rápido sacando conclusiones y por lo general, estas eran negativas. No se arrepentía de salir con Mickey, aunque le tomó tiempo, estaba seguro de lo que sentía. De lo que se arrepentía era de haber elegido un lugar tan poco romántico. Recordó sus citas con Daisy, ella solía preferir los sitios elegantes como restaurantes finos y los conciertos de ópera.

Pensó en todas las cosas que podrían salir mal y llegó a la conclusión de que eran muchas. La primera cosa en la que pensó fue que Mickey podría arrepentirse de salir con él y que buscaría a alguien con gustos más refinados. No recordaba haberlo visto preocuparse por esas cosas, pero también sabía lo romántico y detallista que podía llegar a ser.

Pensó en lo que pasaría si el equipo al que apoyaban perdía. No sería un buen recuerdo para una primera cita, aunque no sería tan malo como lo que podría pasar si apoyaban a equipos contrarios. Donald había visto a Panchito y a José pelear cuando los equipos de sus países se enfrentaban en un campeonato nacional. No quería que algo así le pasara a él y a Mickey en su primera cita.

La comida también lo hizo preocuparse. No lo había pensado, pero hasta ese momento fue consciente de un detalle en el que no podía dejar de pensar, la comida. Sabía que en un estadio no se encontraría con comida elegante, pero no pensó en las consecuencias de la comida chatarra. Desde mal aliento hasta restos de comida, temía la mala impresión que podría causar en Mickey y que esta pudiera ser tan mala que no quisiera volver a verlo.

Al final no tuvo tiempo para proponer un cambio en la cita. Mickey había llegado por él y en sus manos tenía las entradas para el partido de beisbol y por lo que Donald pudo ver eran unos buenos asientos. Perder el dinero no era un problema, al contrario, incluso que no sería difícil venderlas a un precio mayor que el que tenía en la boletería, pues en ese momento debían estar prácticamente agotadas. El problema era que, pese a las dudas que Donald tenía, quería ir a ese juego de béisbol.

—¿Nos vamos? —le preguntó Mickey.

—Claro.

Donald estaba subiendo al carro de Mickey cuando vio llegar a sus sobrinos. Eso le resultó extraño pues ellos le habían dicho esa mañana que saldrían de campamento y que estarían de vuelta en tres días. Verlos un tanto desanimados lo hicieron sentirse más preocupado.

—¿Pasó algo?

—Se canceló el campamento —respondió Huey.

—El encargado comió algo en mal estado.

El concierto de PowerlineWhere stories live. Discover now