México yacía de cuclillas dentro de aquel vehículo, la sangre brotaba desde el labio hasta el cuello, los sollozos se escuchaban claramente y las respiración cortada también.
—México.
El mayor levantó la vista para encontrarse con una sonrisa de aquel guarda, el tricolor se calmó y abrazó al menor.
—Eres increíble, verte fuerte ante todos pero una vez solo te desplomas, como si fueses otra personal, muestras tu estado débil y sentimental.
México por su parte no decía nada, apretó más la camisa del contrario.
—Me duele verte así, pero siento mucha satisfacción que yo sea la única persona que conozca esta fase tuya, me encanta.
El de gafas separó un poco el cuerpo del otro para agarrar las mejillas de México y acercarse para lamer el labio herido, limpiando un poco con su lengua la sangre de éste.
El tricolor sonrió ante aquella acción, por alguna razón se sintió relajado.
—Tonto.
El guarda simplemente sonrió coqueto.