Angst Menschen.

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“Justicia sin misericordia es crueldad.”
—Tomás de Aquino.

Roger por fin se encontraba descendiendo por la escalera principal. Por fin podría ir a desayunar y despojarse de todas sus preocupaciones con alguna que otra pizca de cafeína.

Tenía sus hombros encorvados y los brazos cansados a pesar de que no había hecho ningún tipo de esfuerzo físico, sólo que había renegado un buen rato por culpa de Brian.

Un gesto lleno de arrogancia reposaba en su rostro, ahora, al recordar al mayor de los May y a sus vacilaciones sin gracia. Por suerte había terminado de bajar los escalones y aquellos pensamientos abandonaron su mente a medida que iba visualizando el salón.

Antes de cruzar la circular entrada hasta la mesa larga de los May, (que luego del almuerzo de ayer se había convertido en un terrorífico campo de batalla) dejó escapar un extenso suspiro acabando con estirar cada parte de su cuerpo y enderezarse. Sintió que debería prepararse para lo que sea que pasara a partir de ahora.

Terminó de hacer el pequeño recorrido hacia el marco blanquecino que separaba al salón del recibidor y se hizo presente por fin en la mesa. Aunque allí no había nadie aún, sólo estaba él y una extensa mesa con un pulcro mantel color blanco.

Pero hubo algo que llamó su atención, provocando que sus curiosas manos se deslizaran hasta allá sin pensárselo dos veces y que a sus pies los moviera su inconsciente. Pues en una de las alejadas puntas del mesón habían colocado tres libros apilados en diferente dirección, probablemente alguien apurado u despreocupado los había apoyado de forma torpe allí.

Encima de todos había uno con tapa anaranjada, que fue el primer elegido para posarse entre las falanges del rubio.

Achinó los ojos cuando tuvo que leer el título, gracias a lo antiguo y gastado que ese libro se encontraba era un poco dificultoso descubrir las letras. Pronto lo logró, consiguiendo de a poco leer el extraño título que esa novela portaba. —Más allá del bien... —comenzó. — ...y del mal.

A Roger toda su vida le había costado leer, descartando que el título estaba borroneado y era el doble de difícil. Sus anteriores profesores no se preocupaban mucho en la actividad de lectura en voz alta, así que Roger nunca puso en práctica aquello y siempre se le hizo difícil.

Destapó el libro, aprovechando este para entretenerse mientras esperaba al resto de la familia.

Procedió a leer lo que en el interior de sus largas páginas aquella novela guardaba, o lo que Roger pensaba que era una novela romántica cualquiera.

Pero se llevó una sorpresa cuando tuvo que darle varias leídas a la primer oración, y así con todas las palabras de la primer página; Pues Roger no entendía todo lo que esas palabras querían enseñar. Hasta trazó con el dedo cada extraña palabra que iba descubriendo, ya que había muchas de las que desconocía su significado por más que intentara rebuscar en su memoria.

Pero no; Al fin y al cabo no logró comprender aquellos textos tan complejos que el libro de tapa anaranjada abrazaba entre sus páginas, plasmando gracias a ello un gesto de confusión que alteraba sus relajadas facciones.

—¿Jóven?.

Roger dio vuelta el cuerpo sobre sus propias pisadas cuando se percató de la voz desconocida que inmediatamente se le incrustó en los oídos. Cerró en un santiamén el libro entre sus palmas y provocó un sonido brusco que logró asustarlo a sí mismo. No quería que lo encontraran husmeando pertenencias ajenas.

Estudiante de Intercambio. [maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora