"Mejor un poco que esté bien hecho, que una gran cantidad imperfecta."
—Platón.Una vez habiendo cruzado el centro, los dos chicos se introdujeron por unas gigantescas rejas que separaban las calles del campus escolar. Las puertas era abiertas unas horas antes para que los estudiantes que llegaban temprano no tuvieran que esperar en las calles; de otra forma, contando la institución con más de cincuenta mil estudiantes, sería desastrosa la organización de ingreso al edificio.
Las rejas eran negras, pintadas a la perfección sin ningún daño o ralladura externa. Detrás de ella yacía el campus, un parque con césped petiso que era regado por los mismos encargados de la cafetería. Crecían aun los troncos de los arboles, con sus hojas pintadas de naranja y verde que caían hasta las falanges de los jardineros para botarlas lejos del pasto verde.
Un camino suave se abría por en medio de la naturaleza, bastante extenso y que daba fin en las puertas del edificio.
Doradas eran las esculturas con forma de leones que reposaban a cada lado del campanario, allí, en lo más alto del lugar. Tenían los dientes a la vista y la melena descansando al rededor de sus bestiales craneos; sus patas estaban cruzadas cayendo por la corniza de las columnas y sus cuerpos echados en lo que sobraba de ellas. Aquellas obras maestras estaban bañadas en pintura dorada, que las hacía brillar mucho más de lo que su estado extremadamente pulcro lograba. Probablemente aquellos deslumbrantes e imponentes leones habían estado creados por los escultores más privilegiados; todos los detalles que portaban, ya sean dentro de sus grandes cavidades bucales o cada cabello de sus melenas, eran simplemente profesionales a la vista de cualquiera.
No había mucho más de interés, el color de las paredes exteriores eran marrones y blancas. Sus ventanales estaban todos cerrados, no querían que la calefacción que las estufas de los salones proporcionaba se escapara. Las puertas de la entrada eran de vidrio, y en el momento en el que estuvieras lo suficientemente cerca, podías ver los casilleros grises que había en la parte interior.
Roger estaba asumiendo su paro cardíaco, como alucinado con las imágenes que sus ojos oceánicos estaban tomando y resguardado en la profundidad de su memoria. En Alemania, gracias que los profesores le querían dar clases a grupos de treinta en un salón de dos por dos con tres sillas y nueve bancos; mientas tanto en este edificio parecían poder ingresar millones de estudiantes, era inmenso si hablábamos de tamaño.
Pero a pesar de las diferencias arquitectónicas a Roger todo le resultaba hermoso, más de lo que alguna vez hubiera podido imaginar.
Brian no se detuvo en el campus para mostrarle a Roger los alrededores, siguió de largo ya acostumbrado a lo que sus ojos estaban viendo. No tenia en mente mostrarle algo que a partir de ese momento permanecería en su memoria, el rubio tendría aproximadamente trecientos sesenta y cinco dias del año para revisar hasta el último rincón de todo el edificio; no había razon por la cual exasperarse.
Siguieron avanzando por el camino de piedra, sintiendo el viento fresco que los arboles de los laterales no podían frenar como lo hacían los altos edificios del centro. Los brazos de Roger se habían helado con esa brisa tan poco oportuna esbozada desde los belfos de Eolo, casi con una furia vigorosa que atrajo las hojas secas de las plantas hasta el camino de piedra. Se froto la longitud de sus brazos y la latitud de sus hombros, tratando de encender un poco de calor que le arropara como el abrigo que no había traído.
Los rizos de oro de Taylor se alzaron de atrás hacia adelante acariciados por el viento, impulsando al joven a acomodar cada uno de ellos con sus falanges. —¿Estas seguro de que el frío se va al mediodía?— preguntó inseguro, retirando los mechones furiosos de su cabello que no le dejaban ver el costado de Brian. Barrió con el dorso de su mano las raíces de su pelo para que los largos y puntas no se desviaran de su sitio; sería bueno ser uno de esos leones de piedra inmunes a las catástrofes climáticas en estos momentos.
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Estudiante de Intercambio. [maylor]
FanfictionRoger Taylor y su madre firman un contrato de intercambio académico con una adinerada familia de Londres. Dado su nivel económico bajo y viéndose beneficiados con el pago, aceptan. ¿Pero todo es tan maravilloso como parece?.