Cartas a un amor perdido.

Carta 3. Primeras veces.

Año 2050.

Las primeras veces siempre son las mejores. Cuando viajas por primera vez, cuando comes una platillo por primera vez y se vuelve tu preferido....Recuerdo cuando la abuela Annie hablaba de sus amigos, de su primer novio y como se reía a carcajadas al recordar esos años.

Decía que en Venezuela sólo tenían muchas amigas y muchos conocidos. Pero que ella solo contaba con dos de ellos. Libia y Reynaldo. Eran sus compañeros de aventuras, de juegos, de risas, de chismes y secretos. Nunca hubo una pelea entre ellos o una discusión. Se aceptaban tal y como eran. Eran de esos amigos que estaban en las buenas y en las malas. Y aunque ella estuviera lejos, siempre mantuvo contacto con ellos.

Asistió a la boda de Libia en París, fue la testigo número uno y quién guardo mejor el secreto. Libia también fue su socia, hicieron su sociedad y abrieron una cafetería en Madrid. Y fue todo un éxito.

Cuando habló de su primer novio no paraba de reír. Decía que de joven era muy guapa e inteligente pero que ella nunca lo aceptaba o se mostraba de otra manera, ya que cuando se lo proponía podía ser una sabelotodo bastante irritante. Su primer novio no pudo con ella, y también la engaño. Pero a los 15 años esas tonterías son solo eso, tonterías.

Los amores reales se viven a partir de los 20.

En Perú no tuvo muchos amigos. Le era muy difícil confiar en alguien más que no fuera su hermana.

Hasta que empezó a trabajar en una tienda. Y allí conoció a su familia. Una familia hermosa, que la acercaron a Dios y le abrieron las puertas de su hogar y negocio.

Que esa fue el mejor tiempo que tuvo. Y siempre llevo a esa familia en el corazón, una vez volvió al Perú y fue directo a dónde ellos. Pero también fue el tiempo donde conoció a Christian. Annie era tan joven, tan inexperta, inocente e ingenua. Fue fácil para Christian envolverla y hacerle creer que la quería.

La tercera carta sin duda me gustó mucho, pero también me lleno de rabia, papá suele decir que la la abuela tenía un "corazón de pollo", que no podía ver causas perdidas porque siempre quería arreglarlos. Siempre quería hacer el bien. Y yo al leer sus cartas, me pregunte, ¿Cómo alguien pudo hacerle daño?

Y decía lo siguiente:

«"Christian...

»Cómo olvidar la primera vez que salimos en un cita real. Y que fue un total desastre porque no estábamos solos, estaba tu familia, y mí familia.
Fue a un antro, y como ese no es el tipo de ambiente que a mí me gusta yo estaba incómoda y tú la verdad te la estabas pasando bien, bailabas con varias chicas. Y yo solo quería irme a otro sitio.

Recuerdo que intentamos bailar salsa, yo no sabía bailar salsa y fue un total y completo desastre bailarín, muchas personas se rieron de mí, la verdad me sentí mal. Pero tú me dijiste "No te preocupes niña linda, aquí nadie te conoce" y me tomaste de la cintura y me pegue a tu pecho. Me sentí segura.

Estuvimos un rato más ahí y después nos fuimos a otro lugar, donde estábamos solos, los dos. Ahí por fin te di un beso, el beso que tanto habíamos esperado ambos. Teníamos una química increíble, siempre que estábamos cerca el uno del otro había como un choque magnético, un choque de energías.

Nos dejamos llevar por el momento, por la emoción. Tú ibas a ser mí primer hombre. Estaba algo insegura al principio. No quería, tenía la idea absurda de llegar virgen al matrimonio, pues era una idea con la que había crecido y con nadie nunca me había sentido segura. Pero después en tus brazos, me deje llevar. Me sentía segura, protegida.

Adoraba tu forma de ser, tu risa, tu sonrisa coqueta, tus palabras al oído, la forma en como me tocabas y abrazabas. Siempre lo diré, nuestras energías chocaban y había corto circuitos alrededor.

Y después de este momento entre nosotros. Todo empezó a ser diferente y ambos lo sabíamos.«

Espero algún día volver a verte.
Con amor, Annie."

Nunca la mereció. Porque aún en sus cartas dónde según expresaba odio, nunca le deseo el mal. Pobrecita mí abuela Annie.