¡Estúpida Alfa! [Citrus Omegaverse]

> N U E V E <

Ambas chicas se encontraban bajando las escaleras con un silencio notable, no es que fuera incómodo solo no tenían nada que decir.

Apenas llegaron a la acera, Yuzu se dio cuenta de cómo Mei se acercaba a la moto y sacaba un casco de esta.

- Toma, póntelo - dijo mientras se lo pasaba.

- Gracias, pero no - contestó la rubia volviéndoselo, no quería arruinar su peinado, había tardado demasiado tiempo dejándolo perfecto para que ahora se estropee.

- Yuzu, por favor, no quiero que me multen - respondió Mei poniendo su casco.

La nombrada la miraba con duda, ¿así que a ella no le importada lo que sucedería con su peinado?, resopló antes de colocarse también el casco. Ambas dispuestas a no perder más tiempo se subieron al vehículo.

- ¿A que sitio iremos? - preguntó emocionada la rubia mientras la otra arrancaba.

- Es una sorpresa, además deberías agarrarte si no quieres caer, princesa -

- No me llames así - se quejó Yuzu mientras hacía lo que Mei le había recomendado.

Emprendieron hacia su destino, la mayor de ambas sentía una tranquilidad en su interior al abrazar a Mei además la despejada y fresca noche hacía mejor esta situación, no había mucho tráfico por lo que podían escucharse la una a la otra. Pasaron unos minutos en silencio que Yuzu decidió romper.

- ¿Así que no me dirás a donde vamos? - preguntó de nuevo aún con la curiosidad en ella.

- No es necesario decirte nada porque ya llegamos - contestó mientras aparcaba en la entrada del restaurante.

Los ojos color esmeralda de Yuzu no pudieron verse más emocionados en aquel momento, era un sitio al que quería ir hace tiempo pero no podía permitirse por los altos precios de este. Pensó si había sido pura casualidad o si por lo contrario Mei sabía sobre su interés en este restaurante, le gustaría preguntarle el porque lo sabía pero si la pelinegra lo había elegido sin saber entonces quedaría como una tonta. Mientras que Yuzu miraba aun embobada el establecimiento, la alfa la miraba con una pequeña sonrisa, esa parte infantil que tenía le parecía adorable.

- Bueno ¿Entramos? - preguntó Mei con la mano extendida hacia Yuzu, a lo que está solo se le quedó mirando con el corazón a mil.

- P-Puedo entrar sola, gracias - se apresuró a entrar y pudo jurar que escuchó una pequeña risa, proveniente de la pelinegra.

Ambas se adentraron en el establecimiento, las tenues luces y la suave música inundaba el lugar, dándole una sensación de comodidad como si fuera su propio hogar.

Mei comenzó a charlar con el host sobre cual era su mesa, mientras la rubia seguía observando el lugar, era precioso con unos colores beige y de ébano la madera, había múltiples mesas y personas pero el ruido era mínimo.

– ¿Yuzu pasa algo? – llamó su acompañante tomándola del hombro y sacándola de su trance.

– ¿Q-Qué? Estoy bien, solo no sabía que tenías tan buen gusto – contestó la rubia apartando la mirada, aquel toque y la cercanía que tenían ambas hacía que su lobo arañara su interior.

– Sentémonos entonces – dijo con una pequeña sonrisa que no se podría decir si era verdadera o una pura farsa.

Ambas decidieron tomar asiento, el silencio las inundaba cosa distinta que la gente a su alrededor, no sabía el porqué se encontraba tan tensa ni porqué ningún tema de conversación pasaba por su mente.

– Pues, se ha quedado una buena noche – fue lo único que dijo la rubia, esta se arrepentía de haber dicho tal estupidez, lo peor es que Mei la miraba sin decir palabra – Oye, si tienes qu-