Pensé en escribirte acerca de los besos que nos faltaron por darnos, acerca de las promesas que todavía nos debemos, acerca de las canciones que nos faltan por dedicarnos. Quería escribirte acerca del amor. Pero siempre terminaba ganándome la rabia, el orgullo, el enojo de que fueras tan imbécil, de que no te dieras cuenta de lo mucho que te amo.
Entonces, te escribía cartas de olvido, aunque en el fondo olvidarte no era lo que más quería.
El sólo echo de que nos hayamos conoccido, me hace muy feliz, al menos a mi. Y estaré feliz el tiempo que tenga el placer de tu compañía, así sean diez minuto, dos años, o treinta años. Cuando te vi pensé que eras un idiota. Luego te conocí, y si, eras un idiota. Te he visto en tus peores momentos, Ed. Y sigo pensando que eres la mejor persona que he conocido.
Vé, sé feliz.
Si me extrañas y yo te extraño quizá volveremos a estar juntos. Si, por el contrario, esto se trata del final gracias por tus sonrisas, tus caricias, tus abrazos, tus besos y tu apoyo.
Para mí esto no fué en vano; te agradezco a tí y a la vida por habernos permitido escribir esta historia, con comas, interrogantes, exclamaciones e incluso con puntos, algunos suspensivos y éste punto final.
Te amo y te amaré hasta que muera, y si hay una vida después de esta, te amaré también entonces.
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Sólo quería decirte que te amo.
RomansaY tan sólo Ed, esta es una pequeña caja de nuestros recuerdos. Llena de coloridos mensajes, entre llantos y desesperaciones. Pero más que nada, en esta pequeña carta, sólo quería decirte que te amo.