Abrí los ojos de golpe.
La alarma no había sonado.
Los primeros rayos de sol empezaban a colarse entre las cortinas. ¡Maldición!, me quedé dormida. Me levanté y corrí al baño; no tenía tiempo de ducharme y mucho menos de arreglarme cómo usualmente, así que cómo pude sujeté mi cabello en una coleta desordenada y me enfunde el uniforme deportivo; un simple pants azul marino y una blusa de algodón. Me calce las primeras zapatillas que encontré, olvidándome de las calcetas.
Baje a la cocina a trompicones y engullí un tazón de cereal lo más rapido posible, tomé mi mochila del sofá y salí como alma que lleva el diablo a tomar el autobús. Logre alcanzar el que salía a las 6:45 y logré llegar al instituto segundos antes de que abrieran las puertas. A las 7:00 en punto, el intendente se encargaba de hacer pasar a los alumnos a las instalaciones y que fueran directo a sus aulas. Para mi fortuna me tocaba clase en el laboratorio de química y estaba cerrado; solo el Sr. Farrés tenía llave así que debía esperar afuera. "No me vendría mal una caminata mañanera", pensé mientras dejaba el bolso en mi casillero y al terminar echaba la llave al bolsillo de mi pantalón.
Comencé a caminar adentrándome al patio, intenté mantener mi mente al margen; pero me fue imposible, mis pensamientos me habían transportado al mundo de mi imaginación, en algún lugar muy recóndito en mi cerebro. Sentí como unos brazos se apoderaron de mi cintura, obligándome a volver al mundo real.
—Hola, cielo.— el exagerado y concentrado olor de un perfume masculino inundó mi nariz
"Oscar", pensó mi subconsciente y para mí desgracia, no se equivocó.
—Buenos días.— dije, con poco o nada de interés
—¿Te pasa algo?.— preguntó con el ceño fruncido, denotando preocupación
En ese momento me hervía la sangre en las venas, tenía tantas ganas de agarrarlo por el cuello y escupirle en el rostro. El día anterior me había enterado que llevaba poco más de dos meses engañandome con una chica de otro instituto, había llorado toda la noche al sentirme humillada y por eso mismo había terminado por quedarme dormida.
—Necesito hablar cont...— intenté responder a su pregunta pero antes de que terminara la oración, me tomó por lo hombros y me besó con brusquedad
Al principio me provoco una sensación de nostalgia y amor, incluso pensé en perdonarlo y hacer cómo que nada había pasado. Pero entonces recordé el sentimiento de odio que se había instalado en mi pecho. Me dierón unos escalofríos tremendos que me hicieron separar de golpe al tiempo que la bilis subía por mi garganta.
—¡Idiota!— mi mano fue a estrellarse contra su rostro antes de siquiera pensarlo dos veces
—¿Por qué has hecho eso?.— reclamó sosteniendo su mano sobre su mejilla y ví como sus ojos se inyectaban de sangre
—Escúchame. Quiero termi...— de nuevo, no me dejó terminar, su rostro se desfiguró al soltar una sonrisa terrorífica y colocó su mano sobre mi boca; grande y aspera, sólo logró infundirme terror
—Shh... Calla, preciosa. No queremos llamar la atención de nadie, ¿verdad?.— dijo en un murmullo, uno que escuché perfectamente gracias a la cercanía. Luchó por tumbarme al piso, era demasiado fuerte por lo que no pude oponer resistencia mucho tiempo, incluso llegué a pensar que eso no era algo normal —No hagas ruido, querida.—
Una especie de queja salió de mi boca y entre sus manos se volvió silencio, comencé a temblar pero no era por el frío de la mañana. Lo que veía en los ojos de Óscar había que mi corazón latiera increíblemente rápido, pero no por nervios o por mariposas en el estómago. Temblaba de pánico y horror. Porque solo eso sentía, miedo. Miedo a lo que Óscar podía hacerme. Era un lugar bastante alejado de los edificios y a estas horas, casi nadie venía por este lado del patio. Fuera lo qué estuviera a punto de hacer, no sería nada bueno.
—¡DETENTE, IMBÉCIL!— se escuchó un grito en la lejanía que lo hizo levantar la mirada y le impidio continuar
Fue en ese momento en que me dí cuenta de que las silenciosas lágrimas corrían a borbotones por mi rostro. Jamás me había sentido tan aliviada como en ese momento, pensaba que mi vida se iría al carajo en cualquier segundo.
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Me enamoré de un vampiro
RomanceAmette se había levantado tarde para ir al instituto. Su vida era relativamente normal, no tenía nada interesante que presumir a la sociedad. Sin embargo, ese día cambiaría todo a su al rededor gracias al misterioso chico que aparece de la nada. Una...