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—Hyung, ¿necesitas algo más, o ya puedo irme?— preguntó Jungkook mirando a su mayor desde la puerta de su oficina.

Había sido un día duro, lleno de trabajo y pequeñas tareas para el menor, cosa que normalmente no sucedía, pues el mayor tendía a pedirle tareas sencillas para no sobrecargarle. Pero en días como estos, no existía ningún remedio para el trabajo pesado.

—No necesito nada. Puedes marcharte.— contestó Yoongi, sin siquiera dirigir sus ojos al rostro del menor, no le gustaba hacerlo.

Jungkook se quedó embobado contemplando como sus delgados dígitos se movían sobre las letras, tecleando infinidades de palabras y comandos que sus últimas tareas necesitaban. Observó en silencio como los gatunos y pequeños ojos, rodeados de una marmolada piel se movían con rapidez sobre la pantalla, ignorando su presencia en la mejor de las maneras.

Pudo percatarse de como sus rosados y finos labios se humectaban por su propia lengua y como sus dientes los atrapaban, como su cabello caía algo desordenado sobre su frente, en delgados y hondulados mechones.

Se acercó a su mayor a paso lento y volvió a sentarse a su lado, tendiéndole el café que pensaba tomarse de camino a casa para que él lo bebiera, sabiendo que tenía suficiente orgullo como para no pedírselo aún necesitándolo.

—Hyung, hyung, hyung, hyung...— dijo de manera insistente, tocando con una de sus manos la silla donde el contrario se hayaba sentado y moviéndola ligeramente a cada toque— Yoongi— llamó finalmente, cansado de que le ignoraran.

—Ni se te puto ocurra volver a llamarme Yoongi.— contestó el pálido apretando la mandíbula, Jungkook pudo notar las venas de su cuello remarcarse y tomó aire al notar el hueco que sus pronunciadas clavículas formaban.— Y vete a casa ya, es tarde y tú eres un niño.

Ambos fruncieron el ceño, por diferentes razones obviamente. Uno de ellos por el texto que aparecía en la única fuente de luz de todo el estudio, la pantalla del ordenador, y el otro por las palabras antes dichas.

—L-Lo lamento, hyung... No volveré a llamarle así— se disculpó bajando la mirada— Y no pienso irme hasta que usted se vaya, es muy tarde.

Ambos suspiraron, llevaban poco tiempo trabajando juntos, pero les sobraba para conocer que no se entendían y muchos menos se llevaban bien. El menor trataba de que el ambiente siempre resultara algo menos tenso, pero era consciente de que el contrario no ponía ni un poco de esfuerzo en mejorar su comunicación.

Pasaron unos cuantos minutos de silencio, donde solo se escuchaban respiraciones profundas y el incesante sonido de los dedos golpeando las teclas, cada vez algo más rápido hasta que realizó un último click y el ruido cesó.

Giró su cabeza para contemplar al otro y después miró hacia la pared que estaba detrás de su figura, odiaba ver a las personas a los ojos, de alguna manera le transmitía una inseguridad e incertidumbre que no pretendía mostrar frente a alguien, mucho menos un desconocido como lo era Jungkook.

—Tengo todavía muchas cosas que hacer y tú turno terminó hace horas, deberías marcharte de una vez. Además, no te sirve de nada esperarme, sabes bien que no te daré una conversación— contestó con una ronca y aireosa voz que demostraba su creciente cansancio.

—Bueno, está bien. Me iré. Pero después si me necesita para mantenerle despierto o ayudarle con pequeñas cosas no me vaya a a llamar. Literalmente... Porque no tiene mi número— se levantó de la silla y cuando estaba a segundos se tomar su chaqueta una huesuda mano se posó en su brazo.

Rápidamente el toque se deshizo, pero durante esa milésimas de segundo donde aquellos delgados dedos y su suave y perfecta piel le tocaron sintió una corriente recorrerle por todo el cuerpo. Decidió atribuírselo a la baja temperatura de las manos de su mayor, para así no tener que estar recapacitando sobre lo que su propio cuerpo había experimentado. Era un instinto natural, nada a mayores de eso.

—Quédate, coño.— bramó en un tono bastante bajo para la agresividad con la que esa palabras salieron de sus delicados labios— Pero no molestes o te sacaré a patadas y no podrás volver a sentarte en un mes.













—Hyung, no se duerma. Ya le queda poco para terminar— dijo después de haber escuchado el largo bostezo del mayor, sabiendo que a esas horas de la madrugada ambos deberían de estar durmiendo.

Había descubierto algo que le parecía imposible. Era prácticamente inhumano, pero el humor de Yoongi podía ponerse horriblemente peor si no dormía las horas necesarias, como en momentos así.

—Cierra la boca y déjame terminar. No sé ni para que cojones te dejé quedarte— respondió el susodicho con el ceño fruncido y la voz arrastrada, si no fuera porque quería mantener la compostura, ya se hubiese dormido sobre la mesa.

Una pequeña risa escapó de los labios del menor, no le afectaban en absoluto los comentarios del mayor. Se había habituado rápidamente a ellos y de alguna manera le causaban gracia, Yoongi era una persona demasiado intrigante y estrafalaria a su vista.

Unos minutos en silencio más tarde ambos terminaron con todo lo que debían de hacer y sin comentar nada recogieron sus pertenencias y salieron del estudio, caminando por todo el edificio vacío hasta la entrada, donde se percataron de que llovía.

—Por favor no seas un jodido cliché y me ofrezcas tu paraguas o me acompañes hasta casa o algo para que no me puto moje. Odio esa clase de cosas, me hacen querer vomitar los siete enanitos de blancanieves.— espetó Yoongi mirando la lluvia caer con el ceño fruncido.

Jungkook se permitió carcajear, sorprendiéndose de lo gracioso que podía ser aquel hyung en ocasiones y Yoongi tuvo que fingir que se acomodaba el cuello del jersey para no mostrarle al más joven la pequeña sonrisa que se había formado entre sus comisuras.

—No te preocupes, no traje paraguas— respondió el más alto acercándose un paso al más mayor— Pero toma.

Corrió al interior del edificio y segundos después salió con dos paraguas, ambos muy distintos y bastante viejos. Uno era de color naranja y estaba bastante desgastado, podría cubrir de la lluvia, pero no aguantaría mucho más que un corto trayecto. Y el otro simplemente tenía la tela azul algo descolorida y vieja.

—¿De dónde coño sacaste esas mierdas?— preguntó Yoongi mirándole con mala cara, sabiendo que él recibiría el paraguas estropeado, y que con su mala suerte seguramente se le terminaría rompiendo antes de tiempo.

—Las robé— contestó el contrario con franqueza— Son los típicos que alguien se olvida y pues servirán para volver a casa al menos.

Yoongi abrió la boca para comenzar a regañarle por hacer algo de tan mala educación y advertirle de que por todo el edificio habían cámaras y que podrían advertirle por ello cuando un objeto ya se hayaba entre sus palmas. El paraguas azul.

—Nos vemos el jueves, hyung.— se despidió el menor y abrió el pequeño objeto con un resaltante color, para después salir corriendo bajo la lluvia.

Yoongi se mantuvo bajo aquel pequeño techo en silencio, con una pequeña mueca sonriente en su rostro, contemplando el paraguas en sus manos algo sorprendido, no estaba esperando algo así.

don't look at the mirror- kgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora