Oᴠᴇʀ ᴀɢᴀɪɴ

Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏᴄᴇ

Martes 21 de Enero del año 2020

Habitación 0325

Tenía miedo.

Changbin tenía miedo de que al despertar, su chico no quisiera hablarle o verle por haber chocado ese auto, tal vez el pecoso no quisiera besarle más, tal vez termine su relación de años por un accidente causado por su estúpida distracción.

Antes de que su novio llegara a su vida, se recuerda a si mismo como un antisocial que lo único que hacía era ahuyentar a las demás personas que trataban de acercarse.

Todos los demás le temían por quién sabe que cosa, así era el mundo suponía Changbin, ya que desde temprana edad la gente se alejaba sin razón aparente. La mente humana siempre fue tan difícil de comprender para él, haciendo que tardara unas cuantas semanas en poder diferencias las caras o gestos de cada sujeto que pasaba frente suyo, siempre había sido así y hasta ese día no había hecho nada para cambiarlo. Pero como en toda historia de amor: llega la excepción. Félix era esa excepción.

El azabache nunca en su vida había visto alguien tan fácil de descifrar. Con sus ojos grandes y mejillas rellenas, hacía que Changbin pudiera saber que le pasaba aún si no hablaba con él. Además de que al de baja estatura jamás lo habían mirado con curiosidad, con asombro y diversión. Eso hizo que las ganas de hablar o relacionarse con el pecoso, aumentaran.

Al principio el de menor estatura pensaba que Félix se reía o burlaba de él. Pero sus ojos no demostraban nada de eso. Solo reflejaban el deseo de acercarse de una persona demasiado tímida como para hacerlo.

Con el pasar del tiempo, y cuando se cumplió un año de la llegada del pecoso a la escuela, sus vidas dieron un rumbo más liso y recto en el momento en que el colegio entero se enteró de la inexistencia de la heterosexualidad de Changbin, y es que todos se dieron cuenta de ello cuando en una de las tantas fiestas en la casa de Jackson, retaron a los dos chicos a besarse.

Al principio Félix se había sonrojado y se había negado, pero dada a las súplicas de Jisung y Jeongin, al chico no le quedó más que acercarse el más bajo de todos dando a entender que lo haría.

Changbin aún recuerda su primer beso con el chico. Su primer beso en general. Los labios gruesos del pecoso succionaban los suyos con tal delicadeza que hubiera jurado volverse adicto en esos momentos. Aún más cuando el contrario pasó sus manos por el fornido torso del azabache acercando sus cuerpos aún más.

Y cuando después de eso Chan le había preguntado que tal estuvo, a lo que él respondió que quería hacerlo otra vez.

Nadie se esperaba esa respuesta, menos él. Pero no podía negar que nunca se arrepentiría de haber dicho eso.

Changbin de verdad quería más.