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Me levante de muy buen humor por lo que había pasado ayer, siempre me despierto tarde y solo me pongo el uniforme y me aseo muy poco, no soy mucho de arreglarme.
Pero esta vez sentía la necesidad de darme un largo baño con los jabones y shampoos de mi madre, todos tienen fragancia a rosas y el olor dura todo el día.
Me cepille los dientes muy bien dejándolos relucientes, puse un poco, pero muy poco de labial rojo en mis labios y vaselina para que el color durara todo el día y estuvieran humectados.
Me puse el uniforme de la escuela; que era una camisa blanca abotonada, un suéter negro con el escudo de la escuela, una falda negra a cuadros y unas medias negras que llegaban unos centímetros arriba de las rodillas.
Antes de salir de mi casa cepille mi cabello con total cuidado y puse un poco de rímel en mis pestañas.
Me di una última mirada al espejo y me sentía una reina, no, no, una diosa, nunca me siento así, no me gusta verme al espejo, hoy me siento diferente.

- ¡Llegas tarde Mar!.- mi amiga y yo nos vamos juntas a la escuela en el auto de su padre, su chofer nos lleva. Ella si que tiene dinero.

- Lo siento, este idiota pensó que era demasiado tarde para llegar a la escuela, no entiende que tengo otras cosas que hacer antes, agh.

No dije nada, pues su comentario se me hizo muy grosero, su chofer siempre a sido muy amable conmigo, me trata bien y siempre me regala mentas.

- Mar, nos vemos en la escuela, tengo que hacer algo.

- Mmm, con razón tan arreglada...- me hizo una mueca de que no le importaba.- Bien, no se que tienes que hacer sin mi pero anda, ve.

Sentí que había sentido envidia al verme así de arreglada, pues desde que me vio salir de mi casa casi pega un grito de coraje, se lo guardo, me quería hacer sentir que me veía igual que siempre, sigo sin saber porque demonios soy su amiga.

Camine emocionada hacia la calle donde pasaba ayer, me puse enfrente de la puerta de esa casa, que ahora que me doy cuenta, se ve muy lujosa aunque sea sencilla. Si su descapotable se ve fabuloso, me puse a pensar y recordé que esa calle era de gente rica.

- ¡Ya voy!.- gritaron al otro lado de la puerta, que voz tan masculina, Dios.- Hey, nena,- mi cuerpo vibró, y más al ver cómo recorría mi cuerpo con su mirada.- te raspaste otra vez o me vienes a avisar que pasarás para no chocar conmigo otra vez.

- Umm, no, jaja.- mi risa era nerviosa, el me provocaba sensaciones nuevas.- Vine a devolver tu pañuelo, lo lave, estaba lleno de sangre.

- Gracias, pensé que lo conservarías para recordarme.

- Lo pensé, pero para que recordarte si puedo venir a verte frente a frente.- ¿Qué acabo de decir?

Mi ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora