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Saliendo de la escuela decidí pasar por la casa de ese hombre, demonios, ni siquiera se su nombre.
Solo pase por ahí, para mi suerte, bajaba de su auto rojo descapotable.

- ¡Hey! Nena.- gritó alzando el brazo en forma de saludo. Cruce la calle hasta el y sonreí.

- Hola...- mire hacia otro lado, después de pensar en ese beso indirecto no podía evitar sonrojarme.

- ¿Pasaste por aquí para verme una última vez en el día?.- Dios creo que mi cara está roja como un tomate.

- ¡Noo!- hice un puchero.- Paso por aquí siempre para... tomar mi autobús.

- Ya veo, nunca te había visto por aquí.

- Soy buena pasando desapercibida.

- No, para nada, estoy seguro de que te recordaría.- agache la mirada, trataba de ocultar mi sonrojo.

- Mm... ¿Cómo te llamas?

- ¡Por fin preguntas! Pensé que no te importaba, soy Francisco, mucho gusto.- estiró su mano.

- Lucia, el gusto es mío.- tome su mano con fuerza, Dios, parecíamos señores, después de saludarnos estallamos en risas por la situación.

- Lucy, lindo nombre.

- Nadie me había dicho así desde hace años, me gusta, Fran.

- Oye, Lucy, ¿No crees que ya es tarde?

- Mier... Uhm, digo, si, lo había olvidado. Genial mi madre me matará.

- Yo te llevo, no te preocupes.- Dijo mientras se subía a su auto, se dio cuenta de mi mirada dudosa.- Tranquila no te robare... a menos que tú quieras.- lo ultimo lo dijo en susurro.

Subí al auto dándole una sonrisa, el prendió la radio y para mi sorpresa estaba mi canción favorita.

- ¡Hey Lolita, hey!.- cantaba a todo pulmón, la verdad que no importaba que tan tímida fuera no me podía contener a cantar esta canción.

Fran me miraba de vez en cuando con una sonrisa y me acompañaba cantado toda canción que sonara.

- Oh, oh, da la vuelta aquí, mi madre me matará si me ve llegando con un chico.- -ambos reímos.

- Bien, listo, llegamos.- Fran bajo del auto apresurado hasta mi puerta para abrirla.- Señorita...

- Oh la la, muchas gracias caballero.- ambos nos miramos a los ojos si decir nada.- Mmm, muchas gracias Fran, por el helado y el viaje.

- No es nada, cuando quieras, te dejo mi número si quieres un chofer personal.- Dijo burlón mientras me daba un papel con su número.

- G-gracias.- un hombre sexy dándome su número, ni siquiera un chico normal lo había echo.

- Nos vemos luego, nena.- subió al auto y arrancó sin dejarme decir una palabra.

Yo solo pude ir de camino a mi casa dando brinquitos y con una sonrisa de oreja a oreja, parecía una niña pequeña.

Mi ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora