Capítulo 3

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Había decidido no preguntarle al abuelo sobre el libro ya que este le había dicho que sería mejor que él mismo descubriera la historia que en este se desarrollaba, por ello, se había dedicado a esto desde muy temprano en la mañana, una vez que estuvo en camino a la universidad. Nunca el viaje en el autobús le había resultado tan corto.

Más tarde cuando estuvo en clases debió olvidarse de el para prestar atención a lo que sus profesores tenían para decirles. Las clases del profesor Kudaibergen eran las mejores, ya que siempre llegaba con algo interesante. Andrei amaba los clásicos de la literatura, sí, pero el profesor Kudaibergen parecía siempre encontrar entre las nuevas publicaciones, las mejores y las compartía con ellos. Tenía que darle méritos por ello. En esa ocasión les había presentado un texto de Lee Seunghwan, el cual se aseguraría de repasar una vez que fuera por la mitad de "Los colores del viento" del cual, por alguna razón, difícilmente había podido apartar sus ojos.

Aquella historia parecía estar más allá de la ficción. Era más como la historia de alguna persona con la cual compartía más de lo que hubiera esperado. No pudo evitar preguntarse si se trataba de alguna vivencia de la autora. Hasta ese momento, el libro le parecía como un día gris; de esos en los que el cielo se pinta con tinta negra diluida y amenaza con llover, de esos días en que aquella escena gris y fría está acompañada de vientos extremadamente fuertes y húmedos hasta que por fin, el cielo se decide a llorar.

"He visto vivos, mirar como los muertos. Esta mañana descubrí esa mirada en mis ojos al acercarme al espejo..."

Él también había sido testigo de algo así. Todos los días le parecía encontrar alguna persona en aquella lamentable condición con la que él había convivido de cerca por algún tiempo. Al morir sus padres, la mirada de su abuela se había tornado de esa manera por mucho tiempo y a él le dolía, pero la entendía. Perder a su único hijo bajo aquellas circunstancias debió haber sido lo peor que pudo haberle pasado, perder a sus padres, lo fue. Ellos no deberían haber muerto, nadie debería.

Tomó una cinta plástica de color azul con forma de flecha, de esas que utilizaba para marcar sus citas favoritas en los libros y señaló aquellas palabras. Se detuvo por un momento más a repetir la frase en su cabeza.



Un grupo de estudiantes cruzó la puerta y solicitaron su ayuda para localizar unos libros de historia que requerían para sus cursos. Los acompañó hasta encontrarlos y que estos pudieran llevarlos a casa. El libro casi completamente gris sobre el mostrador volvió a llamarlo, fue como si le indicara que siguiera leyendo, así que lo tomó entre sus manos para continuar su lectura.

"A veces el viento se viste de gris y me acompaña todo el día..."

"La otra noche en que escuché tu voz, más fuerte que nunca, me di cuenta que también estabas más lejos que nunca..."

"Sentí frío, tanto que me dolía..."

"Tuve que salir de ahí. No podía seguir existiendo en el mismo lugar en que nuestros espectros seguían en contacto..."

—Selima Taubayeva... -repitió para sí mismo después de vender otro ejemplar a una adolescente y verla alejarse por la acera.













Tendría que alejarse un poco de aquel libro si quería terminar sus deberes a tiempo. Aun lo esperaba el texto de Lee y seguramente el profesor Din los bombardearía con preguntas al día siguiente. Debían llegar al menos a los primeros 7 capítulos; en cambio, una invitación para acudir a un foro, fue lo que el joven maestro les entregó.

—El evento tendrá lugar dentro de dos semanas en la sala de usos múltiples del campus. Todos los estudiantes están invitados para celebrar el día del libro. De verdad que espero que asistan con un montón de preguntas a las que deseen darles respuesta. En las invitaciones se encuentran los nombres de las personalidades con las que contaremos en ese día. Me gustaría que asistan para después compartir impresiones en la clase; eso y que a quienes asistan les daré un porcentaje extra.

—El autor del libro que estamos leyendo estará presente también ese día, ¿cierto? Será por eso que nos pidió lo revisáramos —adivinó Andrei.

—Efectivamente. Sobre "Los colores del viento", no hemos hablado porque supuse que como todos estaban prestando atención al últimamente, más de alguno ya lo habría al menos hojeado. Selima Taubayeva también participará del evento —señaló Dimash levantando una invitación de la pila que descansaba en su escritorio—. Voy a requerir un informe de la actividad ese día, así que supongo que la asistencia ya dejó de ser voluntaria —informó con una sonrisa. Pueden retirarse —avisó mientras él mismo se dirigía antes que cualquiera, a la puerta.

Después de guardar la invitación en su carpeta, Andrei también abandonó el aula.












Durante los días siguientes, aquel libro gris lo acompañó a todas partes. En sus ratos libres en la universidad; mientras bebía un poco de café en la librería ya cerca de las ocho de la noche estando a punto de cerrar; en su asiento del autobús durante el trayecto a la universidad; en el medio de una clase que se hubiera tornado aburrida... 

El libro estaba ahí. Sentía como si la misma Selima lo acompañara. No podía esperar a conocerla. Aquella emoción lo había embargado una vez que se encontró cerca del final del libro. 

Cinco días más... Solo cinco días más.












Hasta aquí el capítulo 3. Espero que les guste. 

Gracias por llegar hasta aquí.

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