Capítulo 5

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La joven no se percataba de que había alguien en la sala que no había apartado sus ojos de ella, sobre todo mientras hablaba de su experiencia como estudiante de la misma facultad, sus manías y hábitos al escribir; pero además, de que ese alguien se mostró mucho más atento, cuando comenzó a hablar de lo que la llevó a escribir "Los Colores del viento". Precisamente aquella pregunta había sido formulada por Andrei.

—Sé que se le ha preguntado en diversas ocasiones sobre esto, pero la verdad es que es algo que me gustaría mucho saber. En los últimos días he estado leyendo este libro y en todo momento me pareció que todo lo que en el se contaba, estaba más allá de la ficción. Quizás esté equivocado pero... Me pareció que era más como las experiencias de una persona. Sé que los escritores ponen mucho de ellos en sus libros y... ¿Sería mucho atreverme, preguntarle si estas letras son en parte, producto de alguna experiencia?

El se encontraba nervioso. Sabía que aquella pregunta podría llegar, incluso, a molestar a la escritora, pero es que de verdad tenía mucha curiosidad. La escritora sonrió amablemente al muchacho que se encontraba, aún de pie, frente a ella. Llevaba unas gafas negras de pasta y formas cuadradas, su cabello era de un tono de marrón que la hizo desear beber una taza de chocolate caliente en ese instante, igual que sus labios la hicieron pensar en un caramelo de fresa. Necesitó de un breve espacio de tiempo antes de contestar.

—Como ha dicho usted... hay mucho de mi en este libro. Tengo que aceptarlo. Comencé a escribirlo después de sufrir la pérdida de una persona muy importante para mi. La única manera que encontré de aliviarme un poco, fue escribiendo sobre ello. Ese libro que sostiene hoy usted entre sus manos es producto de aquella experiencia. Debo confesar que fue muy liberador.

Selima se giró un poco para poder dirigir una sonrisa hacia Dimash. Él había sido quien le aconsejó sobre escribir sobre lo que estaba pasándole. Ella lo quería demasiado.

—Nunca podría haber imaginado el éxito que tendría este libro. Así que también debo agradecer a la persona que me motivó para realizar el trabajo.

—Es un texto hermoso —Le dijo Andrei— Muchas felicidades Señorita Taubayeva y muchas gracias por contestar a mi pregunta.

—Muchas gracias a usted —le respondió el y entonces, Andrei volvió a tomar asiento.

La joven escritora siguió contestando preguntas durante un rato más, por lo cual, Andrei no perdía detalle de cada una de las respuestas que ella brindaba. Incluso se encargó de tomar algunas fotografías. En cuanto el evento hubo terminado se acercó a saludar y agradecer, como muchos otros.

Choi Jonghoon le parecía un extraordinario poeta y pudo notar como tanto Yami y Selima, parecían muy interesados en lo que la joven mujer pudiera tener para decir. Estuvo muy agradecido por el obsequio que este les entregó; se había encargado de llevar copias de su más reciente trabajo y las había firmado para todos. Le parecía un gran gesto de su parte. Después de que el poeta hubiera firmado el libro que le había obsequiado, Andrei se acercó un poco a Selima, quien sostenía una animada charla con su profesor, pero no quiso interrumpir. La verdad es, que le había resultado muy curioso el hecho de que hubieran ingresado juntos al recinto y el que parecieran ser tan cercanos. Ella se apoyó del hombro de Dimash y le dedicó a este, una enorme sonrisa que hizo que Andrei se detuviera por  un momento a contemplarla.

La escritora poseía una sonrisa muy blanca y brillante. Ya más de cerca, notó que, efectivamente, su piel era muy blanca. Como si un pintor hubiera cuidado muy bien que tuviera ese color y su cabello como el dulce y delicioso caramelo, era brillante no solo por la luz. Se dio cuenta también, de que de el provenía un perfume delicioso que había cautivado a su olfato desde hacía rato.

—Ven aquí, Andrei —lo invitó Dimash. El nombrado fue devuelto a la realidad por su joven profesor.

Se acercó a ellos rápidamente. Dimash tomó de la mano a Selima y juntos también avanzaron un poco hacia adelante.

—Gracias por contestar a mi pregunta —habló primero el más joven de los tres.

—Muchas gracias a ti —le devolvió la joven escritora de voz melodiosa.

—Sabe... —No estaba seguro de si decirlo o no, pero... —Disfruté mucho mientras leía. No podía apartar los ojos de las letras en el papel. Incluso... Fue como si usted... Estuviera ahí. Se sentía muy personal y creo que por eso es tan especial. Muchas felicidades por tan maravillosa obra. Nunca había experimentado la sensación de... Tener al escritor acompañándome.

Había soltado todo aquello sin detenerse a pensar. Simplemente le contó lo que sentía. La muchacha lo miraba enternecida, agradecida, emocionada. Había recibido muchos elogios en todo este tiempo, pero nunca uno semejante. Sintió calor en su rostro. Dimash apretó su mano con un poquito más de fuerza.

—Él es uno de mis mejores estudiantes —habló el profesor en referencia del joven frente a ellos— Es realmente dedicado y ahora sé, aprecia tu trabajo. Su familia posee una magnífica librería desde hace muchos años.

Andrei asintió. Su profesor iba mucho por el lugar.

—Andrei Lébedev  —Se presentó y le tendió la mano, misma que ella no dudó en estrechar.

—Selima Taubayeva —respondió.

—Realmente estaba esperando conocerla. Es un placer.

—Gracias por asistir —devolvió ella.

—El profesor Kudaibergen nos comentó sobre el evento y nos entregó invitaciones desde hace días. Estaba deseando venir.

Selima se detuvo un momento a mirar la copia de su libro, que el joven sostenía en sus manos junto con el de su antiguo compañero de curso en Venecia. Andrei lo notó y enseguida lo tendió hacía el frente.

—Yo... —murmuró— esperaba que pudiera firmar mi copia. Le agradecería...

—Con mucho gusto —le dijo el y acto seguido se apresuró a tomar el libro. Por un instante, sus dedos se rozaron con los de Andrei y este sintió el corazón latir en las yemas de sus dedos.

Impresionante...

Dimash le facilitó un bolígrafo e incluso prestó su espalda para que ella se apoyara. Con cuidado, escribió sobre la primera hoja del libro; justo dónde se encontraba en letras grandes y bellas, el nombre de este.

"Verás, Andrei: el viento es noble y amoroso; Es dulce y sincero. Tanto, que todos los días te regalará la oportunidad de pintar en él, los colores que prefieras".

Selima Taubayeva.

Después de escribir aquel mensaje, le devolvió a Dimash el bolígrafo y dejó la copia de su libro, en manos del dueño. A este último, le obsequió además, otra sonrisa.

—Muchas gracias, Andrei.

La voz de Selima se quedó en su cabeza. Su cerebro había decidido grabarla. Volvió a su casa con esta frase repitiéndose a cada momento.

"Muchas gracias, Andrei..."















Hola! Hasta aquí el capítulo cinco de "La voz de las estrellas". 

Muchas gracias por estar aquí.

Hasta el próximo capítulo! ;)


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