Revoltosa

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  • Dedicado a Natalia Torres Reyes
                                    

CAPITULO 1

-¡Grettel, niña estúpida!

-No era mi intención, solo pasó.

-No me importa, ahora hay que arreglar esto. –Berkley siempre era tan excepcionalmente amable conmigo. Pero está vez lo merecía había metido la pata.

-Lo siento. ¿Qué hacemos?

-No, estás sola en esto, tú activaste la alarma.

Berkley salió corriendo, dejándome sola en la habitación, realmente demostraba cuanto le importaba mi bienestar, especialmente cuando sabía que estaba en problemas. Por ejemplo ahora.

Busqué en las paredes algún interruptor, pero hasta que ya había revisado en la mayoría caí en la cuenta de que nadie sería tan estúpido como para dejar el botón de la alarma a la vista, busqué debajo de la silla de gerente, en los gabinetes del escritorio, y nada. Por último, luego de un minuto con la alarma encendida, se me ocurrió ver bajo el escritorio, y ahí estaba, se burlaba de mí con su incesante luz intermitente. Presione el botón, y las alarmas cesaron. Ya podía escuchar los pasos de los guardias viniendo a la oficina, no tenía muchas opciones de dónde esconderme, solo había un par de sillas, el escritorio, y unos cuantos muebles de caoba donde no cabría aún si fuera contorsionista.

Había una puerta que daba a un baño, sería el primer lugar que revisarían. El tiempo se acortaba, necesitaba huir. Enrolle lo más que pude mi vestido, y me metí bajo el escritorio, no podía quedarme en el suelo, me verían, así que tuve que apoyar brazos y piernas en los extremos internos para sostenerme sobre el suelo. Un guardia de seguridad abrió la puerta y luego fue seguido por unos cuantos más, no puedo decir con exactitud cuántos, no los alcanzaba a ver.

-Demonios Ben, Green va a matarnos. No hay nadie aquí.

-¿Y qué esperabas? Nos tardamos quizá dos minutos, el tiempo suficiente para que la persona que estuviera aquí hullera.

-¿Me estás culpando?

-No, te estoy felicitando por tan maravilloso trabajo. Green te despedirá a ti, tardaste mucho tiempo en darte cuenta de la alarma y en pedir refuerzos.

-¡Ya! Cállense los dos, revisen si se han llevado algo, sí no es el caso no despedirá a nadie solo nos dará  algún tipo de castigo. –era una voz femenina la que hablaba ahora.

-Ya sabes, sí algo está mal es tu culpa.

Sentía a mis pies resbalarse, malditos tacones, nunca debí venir en ellos, mis manos sudaban y sentí aflojar la presión que ejercía la parte de abajo del escritorio sobre mi espalda. Los guardias revisaron la oficina al menos tres veces, no revisaron bajo el escritorio, lo cual fue un alivio.

Escuché pasos avanzar hasta la puerta, y luego de lo que pareció una eternidad estuve sola en la habitación, espere unos segundos antes de salir de mi escondite por si alguno de los guardias regresaba. Nada, ninguno regresó, me dejé caer, aliviada por la sensación de la alfombra contra mi piel, me recuperé luego de unos segundos, y salí por la misma puerta por la que antes me había abandonado Berkley.

No sé si fue coincidencia o sí Berkley escuchó mis pensamientos, pero apareció en el otro extremo del pasillo con la corbata en la mano, y una pistola en la otra. Me vio, y en el instante en que lo vi supe que la situación había empeorado, y esta vez no había sido mi culpa, esbocé una sonrisa de burla, pero él solo me dirigió una de sus miradas, Berkley tenía las peores miradas del mundo, podían dejarte absorto por unos segundos.

Corrió hacia mí, y pensé que se detendría a preguntarme si estaba bien o algo, pero lo único que hizo fue pasarme golpeando con el hombro, dándome a entender que tenía que correr. Me quité los zapatos y corrí tras Berkley no sin antes maldecir mi mala suerte. Llegamos a una encrucijada, Berkley vaciló unos segundos antes de correr hacia la derecha, lo seguí de cerca. Berkley escondió su arma bajo la cintura de sus pantalones, y esperó hasta que lo alcanzara, parecía impaciente.

GrettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora