Mr. V.

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Qué fecha más comercial.

San Valentín, que brillante, un día para amar y ser amigable con todo el mundo, ya después puedes volver a hundirte en la hipocresía y en la verdad cruda.

Venga, es catorce de Febrero todos afuera a presumir que no están solos, que divertido, hay que ponernos máscaras de felicidad y sonreír como si nuestro amor fuese un clásico de Disney.

Que farsa.

Mangel pensaba eso y más. Bufó, mirando como otra pareja pasaba por la ventana de la cafetería tomada de la mano, sonrientes y con amor en sus pupilas. El pelinegro no tenía a nadie. Bueno, no realmente.

Su pareja se había ido hace un día a México por cuestiones de trabajo. No hubo despedida, ni un beso de "hasta luego" o sexo de reconciliación. Porque sí, estaban peleados.

Pero Mangel tenía la razón está vez. El muy tonto pensaba que después de engañarlo con su mejor amiga iba a perdonarlo. Ja. Ni de coña.

Mangel suspiró, hundido en ese día de mierda. Rodó los ojos cuando una pareja de chicas pasaron emocionadasientras una de ellas abrazaba un oso de peluche.

El pelinegro le había mandado un mensaje donde rompía con aquel imbécil en México. Después, borró su número. Cansado de todo, se levantó de la mesa dejando una propina en esta.

Caminó desinteresado por las calles llenas de enamorados y amor falso. Siguió su camino, y justo al doblar la esquina un chico castaño se acercó a él, depositando un beso en su mejilla.

Mangel abrió los ojos sorprendido, mirando al castaño con confusión.

– Alegra esa cara niño bonito – le sonrió –. Hoy es San Valentín.

Le guiñó un ojo, antes de desaparecer entre la multitud de personas. Llevó una de sus manos a su mejilla, tocando dónde lo había besado, bufó.

Que imbécil.

Siguió su camino, queriendo de una vez llegar a su hogar y encerrarse hasta que el día haya acabado. Pero no fue si no a unos metros de su casa cuando aquel castaño volvió a aparecer.

Esta vez le esquivo. Mirándole con el ceño fruncido.

– Basta – dijo.

– ¿Por qué? Tu cara pide a gritos que te den atención – señaló el castaño. Mangel bufó.

– Estoy bien solo.

El chico asintió desinteresado – Ajá. Soy Rubén, te invito a salir.

– ¿Disculpa?

– Que te invito a salir, anda me gustas y es San Valentín. Así que... – le sonrió – ¿Qué dices?

Miguel parecía haber perdido la capacidad para hablar. Miraba a aquel chico castaño de ojos esmeralda. Le sonreía, sus hoyuelos se marcaban en su sonrisa y su pelo desordenado le hacía ver infantil.

Pero sobre todo. Aquella frase. "Anda me gustas"

«¿Qué?»

– ¿Q-qué acabas de decir? – murmuró impresionado. Rubén sonrió mientras reía, se acercó a Mangel quien le observaba paralizado.

– Que me gustas Miguel Ángel, y olvida lo de encerrarte en tu casa. Lanza los obsequios, los chocolates y las flores por la ventana. Pero, no rechaces lo que podría ser una noche increíble.

Mangel parpadeó aturdido. ¿Sabía su nombre? ¿Cómo cojones sabía su nombre? Pero sobre todo, ¿Aceptaría su invitación?

– Yo… no te conozco y...

Rubelangel - [One Shots/More]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora