Fusta

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Tim hubiera deseado no ver la marca de la fusta en el trasero de Dick, pero había sido inevitable.

Tampoco era posible pensar que se había equivocado o que la marca estaba hecha por algún otro objeto.

No era extraño que su cuerpo y el de sus hermanos, estuviera constantemente lleno de marcas nuevas. Las noches de patrullaje podían ser verdaderos infiernos violentos y no siempre escapaban de los golpes. En realidad, la incidencia de lesiones era bastante alta. Por supuesto que la mayoría de sus lesiones no requerían más que un buen ungüento, un vendaje y un par de noches de descanso. Pero esa marca rojiza y sugerente, sin duda no era una lesión convencional.

Tim se había percatado por accidente. Dick tenía la terrible costumbre de desnudarse frente a cualquiera para pasar de su ropa de Nightwing a su ropa de civil y a veces era bastante difícil mantener la vista alejada de su trasero.

Así que, cuando se había agachado, la firma de la fusta sobre su piel había sido tan evidente que Tim ni siquiera encontró su voz para preguntar qué rayos era aquello.

Eso lo traía a la escena principal.

Una mañana normal en la mansión, el aroma a pancakes y café recién hechos inundaba la cocina. Jason y Alfred eran los mejores cocineros.

Tim no podía sacarse la duda de la cabeza, ¿quién era el amante dominante que gozaba de azotar una fusta en el trasero de su hermano?

Su primera opción fue Jason.

Red Hood era la prueba clara de que Jason podía ser bastante volátil, pero, por alguna razón, Tim suponía que Jay no usaría una fusta en tales circunstancias y preferiría algo más tradicional como las nalgadas.

— ¿Quieres miel de maple en tus pancakes, Timbo?

Jason se acercó a él, le besó los labios y deslizó sobre la mesa un plato con una pequeña torre de panecillos calientes.

Esa era la razón dos por la que Jason no podía ser el responsable.

Jay y él eran novios. Pero de cualquier manera, un detective no deja a nadie fuera de su lista.

Su segundo sospechoso era Bruce quién, justo en aquel momento entró en la cocina con mala cara, perfectamente duchado y vestido para ir a la oficina.

— Su café, amo Bruce —Alfred de inmediato le entregó una taza de café cargado y amargo. Bruce lo bebió y agradeció que el toque de la cafeína sobre su lengua lo hizo despertar un poco más.

Sin duda no era un hombre matutino y Tim tampoco. Por eso él y Bruce nunca comenzaban al día sin una taza de café y en su caso, con un poco de azúcar extra en la sangre.

Bruce era su principal sospechoso, el hombre tenía un montón de secretos, un montón de matices psicológicos poco comunes y sobre todo, un montón de fustas para cuando salía a cabalgar aunque...

— Hey — Dick entró en la cocina, descalzo, enfundado en su pijama ligero y con el cabello insoportablemente perfecto. Porque sin importar si un ciclón soplaba sobre la cabeza de Dick, su cabello siempre estaba perfecto.

La vista de Tim se agudizó de inmediato. Dick caminó hacía Bruce, le puso las manos sobre los hombros y apretó suavemente la zona.

—Buenos días — Se inclinó a besarle la mejilla y Bruce simplemente siguió leyendo su periódico sin prestarle mayor atención.

El problema con Bruce era su capacidad asombrosa para ser ilegible. Tim no podía ver ningún sentimiento asomando en su expresión o si quiera un brillo delator en su mirada.

Pero Bruce era el principal sospechoso, sin duda.

— ¡Grayson!

La voz de Damian le provocó una jaqueca instantánea. El pequeño y mortal robín de catorce años, golpeó el marco de la puerta de la cocina con una fusta negra y brillante y Tim se volcó el café encima.

Bruce le ofreció una servilleta mientras también miraba a su único hijo biológico.

— Esa no es la forma correcta de dar los buenos días. Damian.

—Buenos días, padre — Damian lanzó una mirada de fastidió a la cocina en general, pero sus ojos verdes se trabaron sobre Dick quien estaba molestando a Jason robándole un pancake.

— Grayson, dijiste que ibas a montar conmigo antes del desayuno.

— ¿Lo hice? —Dick no pareció molesto en lo absoluto. Nunca parecía molesto cuando se trataba de Damian. En cambio, robó otro panecillo y caminó encantado hacia el príncipe malcriado poniéndole un bocado pequeño sobre los labios.

Damian lo tomó y le mordió un poco los dedos.

— ¡Ouch! —La risa de Dick llenó la cocina —Ahora recuerdo que lo hice, pero estoy hambriento, podríamos...

Su sugerencia murió cuando Damian estrechó la fusta entre sus manos enguantadas haciendo que la piel de esta crujiera. Y eso tuvo un efecto mágico en Dick que pareció contener el aliento.

—Andando Grayson — Damian salió de la cocina y Richard lo siguió como si tuviera una correa atada a su cuello.

Mientras limpiaba el café que había derramado sobre sí mismo, Tim reafirmó que el mundo era un lugar muy extraño. 

FictoberWhere stories live. Discover now