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Aunque no iba a admitirlo en voz alta frente a nadie. No podía evitar ver el reloj en la pared cada dos segundos. Me sentía inquieto moviendo mis manos y mis pies. Había tenido citas antes, con varios chicos, pero esto era diferente, no conocía casi nada sobre Kim JongIn, ¿y si decía algo que lo enfureciera? ¿y qué si no le gustaba cómo iba vestido? No quería decepcionarlo, aunque no sabía porqué. Era ridículo. Sólo hacía esto para despejarme y él, posiblemente, para conseguir un beso o quizás creía que me acostaré con él después de una gran cita.

Solté un bufido y cambié de posición sobre el sofá, quedando acostado boca abajo con la vista en la televisión. Normalmente habría estado tranquilo. Después de todo, sólo iríamos a patinar, luego a cenar y de vuelta a casa una vez más, pero había una sensación de hormigueo en mi estómago que no había sentido desde que acabé la secundaria y vivía preocupado por los exámenes, y aquellas responsabilidades que cualquier adolescente debe tener.

Prácticamente, caí del sofá cuando golpearon la puerta. Corrí q mi cuarto y me dí una última vista en el espejo.

Nunca se era demasiado elegante para ir a patinar, me dije en mi mente.

–Un momento –dije a unos pasos de la puerta. Espié por la rendija para cerciorarme de que sería quien yo esperaba.
Sonreí, y luego de suspirar, abrí la puerta dando un paso al frente encontrando sus ojos bien abiertos al verme. El color de su cabello había cambiado, se lo había pintado de violeta, ¡y rayos, se veía muy bien! Su estilo por otro lado, era completamente de color negro, bueno casi. Traía una camiseta blanca, y no sé porqué, pero me daba la impresión de que estaba muy pegada a su cuerpo. Traté de que no notara en dónde estaban puestos mis ojos, y rápidamente subí a su rostro otra vez.

–Espero no estar demasiado elegante para la ocasión –murmuré dándome la vuelta y cerrando con llave la puerta.

–Sea como sea siempre podrías ser el centro de atención, sólo tienes que sonreír –voltee hacía él y lo vi directo a los ojos.

De entre todas las personas que podían hacerme un cumplido, él era capaz de hacerme sonrojar hasta las orejas. Ofreció su brazo para que lo tomará. Mordí el interior de mi mejilla con fuerza y reí en voz baja entrelazando mi brazo con el suyo, bajando las escaleras y saliendo del complejo de apartamentos.

[...]

Reí sonoramente viéndolo sujetarse de la baranda sin tener control de sus pies. Me acerqué a él con un andar delicado y agraciado sobre el hielo. Patinar era divertido, pero resulta que Kim JongIn no sabía hacerlo y sus caídas me mataban de la risa. Se levantó ayudándose con la baranda y quedando derecho, al menos un poco.

–Pareces una jirafa bebé aprendiendo a caminar –bromeo con las manos en mis caderas.

–No creí que sería tan difícil –se quejó cruzándose de brazos y perdiendo el equilibrio. Sus manos se movieron rápidamente hasta la baranda y se sujetó antes de caer.

–No debiste invitarme a patinar si no sabes hacerlo, duh –sonreí, notando el leve sonrojo en sus mejillas.

–No creí que aceptarías –me tomó por sorpresa.

Yo tampoco sabía que aceptaría, pero aquí estaba, en una pista de patinaje sobre hielo con muchas personas a nuestro alrededor, riendo de como JongIn no tenía equilibrio sobre el hielo. Suspiré y rodee los ojos. Lo tomé de la mano y lo obligue a pararse bien derecho. Pronto tomé su otra mano y lo arrastre hasta el medio de la pista. Él me veía confundido y con una sonrisa en los labios. Su andar era gracioso, sus pies se separaban de vez en cuando y otras estaban muy juntos.

–Verte caer es gracioso pero quiero divertirme contigo en esta cita –le dije sin pensarlo mucho.

Lo tomé de las muñecas y posicioné sus manos sobre mis hombros. Comencé a patinar en reversa volteando siempre mi faz hacía un costado para asegurarme de no chocar con nadie. Sus ojos estaban en mí.

–¿Estás seguro de que aprenderé a dominar esto? –sujeto sus brazos. Esperaba que lo que tocaba con mis manos no fueran su bíceps.

Writer (KaiHun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora