Movie night

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Vi a Lammy marcharse, envuelta en un aire petulante y acompañada de un contoneo de caderas hipnótico, desapareció a la vuelta de la esquina, como si la tierra la hubiese engullido. Volví en mis pasos, me sorprendió el crujido de la madera bajo mis pies, casi todo en la casa daba la impresión de estar pudriéndose desde hace décadas y fue la puerta que confimó la falta de afecto que se le tenía a la estructura, pues lanzó un chillido terrible cuando la cerré, probé a moverla otra vez y emitió otro sonido desgarrador, estuve juguetando con eso hasta que el ruido se volvió demasiado humano y me puso los pelos de punta. Las fotos familiares no estaban a color, los marcos de las mismas parecían tallados a mano y tenían fisuras por todos lados, las alfombras estaban desteñidas al igual que las cortinas, con los hilos colgando y varios agujeros, el suelo era difícil de caminar por cada crujido que seguía mis pasos y las ventanas con cristales opacos que no detenían los vientos que azotaban la casa, sumado a cada otra cosa que pasaba por alto en el momento, cómo los álbumes de fotos en los estantes más altos, nombrados cómo ciudades y fechas lejanas, o los extraños montones de correo acumulados en los rincones vagamente atados por cintas de colores que ya se habían esfumado me daban un aire de pena. Una palabra que podía reducir el bizarro conjunto de objetos era nostalgia, quizá todo era parte de las memorias del viejo, cosas que llenaban el espacio de los recuerdos que se le escapaban por la edad, empezaba a preguntarme si tendría Alzheimer, o quizá algo peor. La idea de cuidar a una persona con tal problema era aterradora, por mucho dinero que Lammy pudiera ofrecerme no estaba capacitada para una persona tan difícil, y es que la sola idea de tener que enfrentarme a un hombre decrepito cada mañana, con el rostro y el cuerpo desfigurado al punto de ser irreconocible, pidiendo que le cambie los pañales, oliendo aquéllo que solo se encuentra en las casas de retiro que no cuentan con personal responsable (un aroma que combina la proximidad a la muerte con la desesperanza y la comida de hospital), atenta a los berrinches nocturnos, obligada a oír historias tristes sobre los hijos, preparando baños, buscando medicinas, tocando piel aspera y arrugada que cuelga y apesta... No había pensado en todo eso, de pronto quería huir de la casa y morirme de hambre en el basural que llamaba apartamento.

Estaba a unos cuántos pasos de la puerta, si el viejo estaba despierto habría oído la forma en que desvergonzadamente estuve hurgando en su hogar, quizá hasta las veces que conté la suma de dinero que me darían por cuidarle, o las veces que se me escapó algún pensamiento, quizá enterado de que le llamé viejo, que le tengo asco, y por ello me haría el trabajo un infierno todavía más terrible. Me clavé las uñas de la mano en la pierna mientras respiraba hondo, quizá llegaba a aspirar algo de coraje, entonces avancé hasta dar con la oxidada perilla de su puerta, golpeé un par de veces hasta que oí una voz del otro lado, no entendí lo que me dijo pero giré la perilla de todas formas.

─Lo lamento, Lammy me dio el trabajo, acabo de llegar.

Paré de hablar en cuanto esa mentira salió de mi boca, era devastador saber aquéllo, que mi boca soltaba habladurías cuando me asustaba, ¿qué podría ganar tratando de engañar a un anciano? Especialmente ahora, que todo era tan evidente, él le diría a Lammy, me quitarían el trabajo por ser una puta idiota.

─Adelante, acabo de despertarme, por cierto ¿qué hora es?

Acabé de abrir la puerta, revelando al hombre sentado en la cama. Era mucho más joven de lo que esperaba, quizá en sus treintas, de semblante serio y rostro algo asimétrico, con una barba que tendría unos días sin cortar, aterradores ojos verdes y cicatrices de todos los tamaños que iban desde su frente hasta lo que dejaba descubierta la camisa militar que tenía puesta, su mano derecha estaba oculta bajo vendas tintadas de rojo, especialmente el área de la muñeca. Su cabello era verde también, un corte militar, descuidado pero formal. El resto de su cuerpo, a excepción del yeso que tenía inmovilizada una de sus piernas, estaba fuera de mi vista gracias a su traje de servicio, con pinta de ser muy antiguo.

(ɪᴛ ʜᴜʀᴛs, ʙᴜᴛ ɪᴛ's ᴏᴋᴀʏ)/HTF/ Flippy Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora