Capítulo 3

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- ¡Alex espera!

Ella se giró asustada, pero sonrió nada más verme. Qué sonrisa más bonita tenía, me derretía cada vez que la veía. La magia del amor no se había debilitado en absoluto, seguía queriendola como el primer día.

- ¿Qué ocurre Dennis? - me preguntó cuando llegué a su lado.

- Mi madre quiere que vengas a comer esta tarde a casa - le dije con una sonrisa -, ha hecho bizcochitos de esos que te gustan tanto.

Ella me miró con una sonrisa pícara y se mordió el labio, provocándome. Desde que mi madre me contó lo que le ocurrió con quince años no había vuelto a mostrarme celoso.

- Oye Alex - había empezado yo al día siguiente nada más verla -, siento mucho haberme puesto celoso sin razón. Sé que llevamos casi un año y me has demostrado que puedo confiar en ti sin ningún problema, sé que me eres fiel y sé que me quieres. De verdad, siento mucho haber actuado como un imbécil, pero, por favor, perdóname, no quiero que los celos sean la causa de que nuestra relación se venga abajo. Te quiero.

-Eres un imbécil ¿lo sabías? - me soltó con una sonrisa.

Y sin más dilación me dio un beso de esos que da gusto sentir. Como un beso bajo la lluvia, un beso de película, pero es que todos sus besos causaban la misma sensación en mí. No era nada nuevo.

- Entonces, ¿quieres que vayamos hoy a mi casa nada más terminar las clases? - le pregunté expectante.

- Claro - me contestó con una sonrisa -, pero recuerda que este fin de semana lo pasaremos entero en mi casa.

¡Qué oportuna! No tenía mejor momento para recordarmelo que ese. Ese fin de semana sus padres se iban a la sierra con sus tíos y ella se quedaba sola en casa. El mismo día que se enteró fue corriendo a mi casa para darme la noticia. Un fin de semana solos, ella y yo, sin padres. La cosa se ponía muy interesante.

Alex sabía que estaba deseando que llegase el finde para tenerla sola para mí, así que esa aclaración fue bastante provocativa y, si por algún casual me quedaba alguna duda sobre la intención de su comentario, me miró directamente a los ojos y se mordió el labio muy lentamente.

- ¿Cómo voy a olvidar eso, cariño? - le dije en un susurro.

Alex sonrió y me dió un beso fugaz en la mejilla.

- Luego te veo, tengo clase de Biología.

Y sin más se marchó dejando tras de sí esa suave fragancia que tanto me gustaba saborear en su cuello.

Yo me dirigí a clase buscando a Jack. Jack es mi mejor amigo desde hace cinco años, hemos tenido nuestros más y nuestros menos pero la verdad es que somos como hermanos. Tiene diecisiete años (como yo) y tiene el pelo de un color entre caoba y rojizo. Siempre va despeinado.

Recuerdo que una vez le pregunté por qué no se peinaba y su respuesta me dejó a cuadros. De pequeño siempre iba con su abuelo a los montes a pasear y los días que hacía mucho viento llegaba a casa con el pelo totalmente descolocado. Cuando él murió, a la mañana siguiente, al despertarse, se miró en el espejo con los ojos rojos y el pelo totalmente caótico. Esos pelos con los que se encontró le recordaron a los de su abuelo los días de viento y desde entonces siempre los lleva así.

No es que le queden mal precisamente, al contrario, le crean un semblante bastante atractivo, pero es una característica que llama la atención en Jack.

Llegué al aula de Literatura y ya estaba toda la clase con los libros en la mesa.

- Llega tarde señor Reynolds - me dijo el profesor con cara de muy pocos amigos.

- Lo siento, me entretuve más de la cuenta en el pasillo - le contesté a tono de disculpa.

- Está bien, tome asiento, pero que sea la última vez.

Me dirigí al pupitre vacío que quedaba al lado de Jack y me senté.

- ¿Alex verdad? - inquirió mi amigo en un susurro con una sonrisa picarona.

Le mire y le sonreí confirmando su suposición.

- Esta tarde hay partido - me informó al oído -, ¿quieres venir?

- Me encantaría Jack, pero mi madre ha hecho pasteles para Alex y vamos a ir a mi casa.

- Desde que estás con ella nos tienes a todos olvidados - me dijo a tono de reproche -. Bryan lleva muchísimo tiempo sin verte y dice que te echa en falta.

Bryan Linn era un chico de diecinueve años que se juntaba mucho con Jack y conmigo. Hubo un tiempo que éramos inseparables, algo así como el trío calavera. Pero cuando él se fue del instituto para hacer un módulo y yo me eché novia las cosas cambiaron bastante y ya apenas coincidimos.

- Lo sé - le dije sin prestar mucha atención al profesor -, pero es que no tengo tiempo.

- Dennis - comenzó mi amigo -, desde que estás con Alex ya nunca...

- ¡Señor Flynn! - el profesor llamó la atención de mi amigo - A todos nos encantaría saber qué es eso tan importante que le está usted comentando a su compañero, pero no es momento. Así que, por favor, le ruego que deje sus penas personales para otro momento y siga la lección.

Jack asintió cohibido y se calló y el profesor continuó con la clase. Para mis adentros le agradecí que hubiese interrumpido a Jack pues ya estaba cansado del mismo sermón de siempre, aunque en el fondo sabía que tenía razón. ¿Qué iba a hacer? Supongo que tarde o temprano tendría que plantearme todo lo que mi amigo me echaba en cara pues yo también echaba de menos esos momentos juntos, pero no sería ese fin de semana. Ya habría tiempo para pensar en eso. Ese fin de semana se lo dedicaría enteramente a Alex.

Jack y yo no volvimos a hablar en toda la hora y, cuando el timbre que indicaba el final de la clase sonó, ambos salimos de la clase con destinos distintos.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2015 ⏰

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