Comencé mi mañana mejor que nunca, había despertado en mi cama y no en algún otro lugar de mi habitación. Tomo las prendas de vestir que eligen las criadas por mi cada día y las llevo al baño para poder ducharme y relajarme aún más. Pongo una canción de Ravel a todo volumen para lograr escuchar desde la ducha. El aparato de cd que me regaló mi padre me permite escuchar la radio, y en esta ocasión sonó un tema bastante conocido por el compositor Maurice. Según escuché casi nadie tiene el artefacto este, donde se pone un disco duro y suena la música. La tecnología avanza cada vez más. Comienzo a quitarme la ropa, la tiro al canasto y dejo las nuevas prendas a un costado sobre el tendedor. No dudo en seguir el ritmo de la canción mientras me enjabono el cuerpo. Tengo una complexión media, aunque no voy a negar que hay veces que me obsesiono con mi imagen y no me siento del todo segura, agradéscanselo a mi madre.
-¿Tantas inutilidades hay en el castillo y no hay acondicionador? -hablo conmigo misma mientras decido salir media mojada para buscar por los estantes y en eso escucho la puerta tocar.
-Catherine, soy Lucy.
-¡Pasa! -grito para que mi voz se escuche por arriba de la música.
-¿Estas bañandote? -siento la música disminuir su sonido.
-No, estaba durmiendo en la ducha. -cierro los cajones y abro un poco la puerta hacia la sala de mi habitación -Por casualidad, ¿tienes acondicionador?
-Esta en el estante izquierdo, seguro se han olvidado de colocarlo en la bañera. -Lucy comienza a levantar las prendas tiradas de mi cuarto. -¿Tienes algo mas para lavar?
-Si -le respondo ya en el agua -aquí adentro están.
Siento la puerta abrirse pero no me incomoda, es decir, conozco a Lucy desde que era una bebé. A veces lo pienso y digo: esta señora me conoce mas que mi propia madre. A pesar de no poder verla por la cortina de por medio observo como se agachaba a recoger la ropa.
-Bien, haré tu cama y luego me voy para el lavadero.
Asiento y sigo concentrada en mi música, esta vez pasó de canción y sonó una de Richard Strauss. La música clásica ya era parte de mi vida, desde pequeña me la ponían día y noche y tomé clases de ballet en su momento. Era realmente pésima y no tuve de otra que aprender a tocar el piano. Escucho la puerta cerrarse e imaginé que debía ser Lucy retirandose.
Termino de escurrir mi cabello y lo enrollo con la toalla pequeña, luego con la más grande me envuelvo el cuerpo dejando mis hombros, brazos y piernas libres.
En eso mi vista cae en el tendedor y para mi sorpresa mi ropa ya no estaba ahí.
-¡Maldición! –grito recorriendo a lo largo de mi habitación en dirección a la puerta -¡Lucy!
A penas saco un pie por fuera del cuarto con algunas gotas de agua cayendo sobre el piso, creí encontrarme con mi hermosa y a veces despistada criada. Pero no fue así. Un rostro masculino se ensambla con mi visión.
-Hola –Adam se encontraba frente a mí, me pregunto que rayos estaba haciendo en el corredor de mi habitación, pero mis oportunos pensamientos se dirigen hacia su apariencia, se hallaba totalmente afeitado, deslumbrando y dando a conocer sus hoyuelos mientras ríe... Esperen, ¿de qué se reía? Su mirada intimidadora baja por mi cuerpo y recuerdo, un poco tarde, que estaba solo envuelta en una toalla, la cual se había me bajado un poco luego de la mini-corrida.
-¿Qué es tan gracioso?
Sus envidiosos ojos celestes se achinan y vuelven su mirada hacia los míos, los cuales eran de un color avellana bastante común.
-Tú -sostengo un poco más fuerte la toalla, definitivamente yo no era la favorecida en esta situación. –Pero no me quejo, es una muy buena bienvenida.
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ATRAPADA
Teen Fiction¿Te imaginas la vida perfecta? Joyas, lujos, servicios, comida, maquillajes, prendas de alta gama e incluso miles de pretendientes. A Catherine no le hacia falta imaginárselo, lo vivía día a día siendo la hija del rey y eso le fascinaba. Luego de la...