Un completo egoista

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Habían pasado las tres semanas tan lento para el bolga, haber aceptado finalmente y tan abiertamente sus sentimientos a la joven princesa después de tanto lo había liberado, pero por otra parte lo hacía sentirse vulnerable, no por el hecho de que temiera de que ella lo rechazara, porque por la diosa luna y todos los dioses, el bolga apostaba su vida a que ella no lo haría, ella era una niña hermosa y noble, y siempre había mostrado cierto interés a su manada, Suigetsu había sido su mejor amigo y su guardián hasta que ella tuvo 14 años, y de no ser por su arrogante personalidad y su apariencia mezquina (del bolga por supuesto), estaba seguro de que la chica sería mucho más cercana al lobo como él deseaba que lo fuera.

Durante años había sabido lo inevitable, ella era su alma gemela, su mate, su luna, su reina, pero aceptarlo tan abiertamente había puesto en peligro no solo a él (pues todos sabían que la mate de un lobo, más de un bolga era la única debilidad de sus bestias) y aunque eso no le temiera de momento, porque estaba consciente de que tenía una fuerza sobrehumana tal y para poder luchar contra 10 Alphas al mismo tiempo, si le aterraba que alguien que lo odiara tanto intentara hacerle daño a su princesa, por dañarlo a él o incluso solo por el simple hecho de disfrutar sufrir a su niña.

La bestia en él gruño ante la sola idea de imaginar a alguien querer dañar a su amada, desde el momento en que salió aquella noche del castillo, incluso antes de preparar todo para el viaje a las islas gongora había ordenado a sus hombres de mayor confianza (entre ellos Suigetsu por supuesto) cuidar de la princesa, cada día, cada segundo en el que él no estuviera a su lado y así protegerla.

-Excelencia, lamento que no pueda quedarse un poco más en nuestras tierras este año, dentro de dos noches se celebrara el aniversario de la fundación de nuestra manada y sería agradable y un honor para la manada que pudiera compartir con nosotros dicha festividad.

-Si es una pena, pero como ya le he dicho Alpha Obito, tengo más deberes y prioridades – comentó el bolga, no quería pasar ni un minuto más sin poder ver a su amada princesa.

-Vaya Sasuke, ni siquiera porque somos primos – el Alpha sonrió, pero cuando vio la determinación del bolga, no volvió a insistir más.

Sasuke sabía que esto sería complicado, había deseado a Sakura desde que ella había llegado al mundo, quizá incluso desde antes, recordaba cuando la reina estaba embarazada y dado que su manada estaba cerca de las tierras colindantes con dicho reino, había detectado ese suave olor a vainilla y lavanda sobre la reina, sabía que no era de ella, si no que el olor emanaba de su vientre, el lugar en donde estaba su princesa, tiempo después cuando la niña había dejado un casto beso en sus labios, cuando tenía 3 años y el se había tensado, se había sentido el peor de los degenerados ¿y como no serlo? Si ella era una pequeña infanta, mientras él ya era un hombre con los peores vicios carnales sobre su mente, eso lo enfureció, no podía faltarle el respeto a una pequeña niña, y mucho menos a la que algún día sería su mate, su reina, durante toda la niñez y adolescencia de la joven, se había alejado precisamente porque temía perder la cordura con ella, la odiaba y la amaba, justo como él le había dicho a la princesa que un ser humano conocía a su alma gemela, él era un poco de todo, un hombre, un lobo y una bestia, y los tres la deseaban, sus sonrisas, sus mimos, sus caricias y su atención, y ahora que ella legalmente podía ser su mujer, no habría nada ni nadie en el mundo que pudiera evitar que él obtuviera lo que quería, porque no solo quería el cuerpo de la princesa, también ansiaba tener su alma y su corazón, si, era un completo egoísta, pero sin ella no era nadie.


La Princesa y el LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora