BTS Dreams

Jimin-ah

Sé que soy menor que Jimin, pero no le molesta que lo llame así.

Me encontraba, durmiendo, recostada en un sillón para tres personas con mi cabeza sobre el regazo de Taehyung, mientras él usaba su celular.
Ese día, los chicos estaban ensayando y haciendo pruebas de sonido. Tae esperaba que lo llamaran para practicar ya que Jimin estaba ocupando el escenario.
Abrí los ojos cuando escuché que la música se había parado de repente, cortando la canción por la mitad, y vimos a Jimin entrar a la habitación, sin decir una palabra, y dejarse caer en uno de los sillones. Taehyung lo llamó pero él lo ignoraba observando su celular.
Me levanté del regazo de V y puse una mano en su pecho para impedir que éste se levantara del sillón.
-¿Jimin? -pregunté mientras me acercaba a él, pero fui ignorada.
Le quité con delicadeza el celular y ni siquiera se quejó, lo guardé en el bolsillo de mi pantalón y tomé suavemente sus manos.
-¡Jimin-ah! -lo llamé con una sonrisa, y tiré de él, obligandolo a ponerse de pie-. Salgamos un rato -sugerí, y no respondió. Evitaba verme a la cara.
-Voy con ustedes -dijo Tae levantándose del sillón.
-¡No, tú te quedas! -exclamé señalándolo con el dedo-. Te toca practicar -le recordé.
-Pero yo quiero ir con ustedes -hizo un puchero, el cual me pareció encantador.
-No te preocupes, cuidaré de Jimin -sonreí, pero su expresión se volvió seria, se sentó de nuevo en el sillón y clavó su mirada en su celular.
Arrastre a Jimin fuera de la habitación. Tan solo dimos un par de pasos y me paré en seco, no podía quitarme de la cabeza a Tae.
-En seguida vuelvo -le dije a Jimin al momento en que soltaba su mano y daba media vuelta.
Taehyung me miró confundido cuando volví a entrar y me acerque a él. Y quedó desconcertado luego de darle un suave beso en la mejilla.
-¡Suerte, TaeTae! -me despedí, y regresé con Jimin-. ¿Vamos? -pregunté tomando nuevamente su mano.
-¿A dónde van? -nos preguntó Namjoon, acompañado de Jungkook.
-A caminar un rato -respondí.
Me miró no muy convencido, pero aceptó con la condición de que no tardaramos mucho.
-¿Me compras ramen sabor cordero? -me preguntó Jungkook.
-No. Espera hasta el almuerzo -le saque la lengua, y éste sonrió por mi acto infantil.
No lo odio, pero me gusta molestarlo.
-¿Te gustaría comer helado? -le pregunté a Jimin, recordando que había una heladería cerca.
No me respondió, tan solo tenía la mirada clavada en el piso.
Cansada de que me siguiera ignorando, tomé su rostro entre mis manos y lo obligue a verme a los ojos.
-Jimin-ah, ¿quieres comer algo?
-Helado... -susurró.
-¡Okey! -sonreí, y baje los brazos-. Hay una heladería por aquí cerca -comenté pensando en qué dirección era.
Empecé a caminar una vez que recordé el camino, pero me detuve cuando me di cuenta de que no me estaba siguiendo. Solté un suspiro y volví a tomar su mano, arrastrándolo nuevamente conmigo.
No estaba segura de en qué país estábamos pero a la chica de la heladería le hablé en inglés.
Jimin quería pagar por los helados y recordó que no tenía su billetera, yo tampoco llevaba la mía, ni mi celular, estaban en mi cartera junto a las cosas de Tae. Pero, extrañamente, siempre tengo dinero en alguno de los bolsillos de mi ropa.
-Disculpa pero, ¿puedo preguntar de dónde son? -me preguntó sonriente la joven vendedora-. Porque son muy diferentes; tu novio tiene ojos muy pequeños y tú tienes ojos muy grandes -dijo un poco sorprendida.
Sonreí internamente al ver que ella creía que Jimin era mi novio. Es un hombre tierno y atractivo, pero lo consideraba como un hermano.
-Él es coreano -lo señalé, quien nos observaba un poco confundido-, y yo soy argentina.
La vendedora quedó impresionada y dijo que eramos una linda pareja.
-¿Quieres que nos sentemos aquí? -señalé las mesas que habían afuera del local-. ¿O en una banca en la plaza? -dirijí la mirada hacia el hermoso lugar lleno de árboles, una enorme fuente y juegos para niños.
-¿Qué prefieres?
-La plaza -respondí sonriente, y cruzamos la calle.
-¿De qué hablaron? -preguntó curioso.
Me estaba hablando, ya era un progreso.
-¿Qué fue lo que entendiste?
-No mucho -admitió-, algo de "novio" y que dijiste que soy coreano y tu argentina.
-Me preguntó de dónde somos y que cree que somos una linda pareja -le resumí.
Nos sentamos en una banca bajo la sombra de un enorme árbol y vi de reojo que Jimin tenía la mirada perdida en su helado.
-Jimin-ah, ¿estás bien? -mordí mi cono e hice una mueca de desagrado, parecía como si estuviera comiendo cartón.
-¿Qué...? -pestañó varias veces y se volteó a verme.
-¿Qué pasó en el ensayo? -pregunté, y él negó con la cabeza.
-Nada -respondió, y bajó la cabeza-. No me sale un paso de la coreografía -le frustraba el solo recordarlo.
Apoyé mi espalda en el respaldo y levanté la mirada hacia la verde y brillante copa del árbol.
-Tu baile es el que más me gusta de los siete -revelé.
-¿Y Taehyung? -preguntó observándome por arriba de su hombro.
-Cada uno tiene su propio estilo y el tuyo es el que más me gusta -lo miré-. Pero Yoongi es el que mejor baila FIRE -dije, y ambos comenzamos a reír.
Ver que su mal humor se estaba yendo me hacía sentir feliz.
Nos quedamos un momento en silencio mientras Jimin terminaba de comer su helado, y no pude evitar cantar la canción que él estaba practicando antes. Una vez que terminó de comer se unió a cantar conmigo.
La mayoría de las personas que pasaban por la plaza llevaban auriculares o nos ignoraban ya que parecían tener prisa.
-No te preocupes si el baile no sale perfecto -comencé a decir cuando terminamos de cantar-. Solo debe importarte dos cosas: Cantar con pasión y bailar con emoción.
Me puse de pie y tiré el cono vacio a la basura.
-Gracias -dijo a mis espaldas, aún sentado en la banca.
-De nada -dí la vuelta y le sonreí-. Siempre es bueno tomarse un respiro.
Jimin se levantó y tiró su cono a medio comer a la basura, tampoco le gustó el sabor a cartón.
-Antes de volver, ¿me acompañas a comprar leche chocolatada para TaeTae? -pregunté, y asintió-. Creo que también voy a comprar pasas de uva para Kookie-yah -dije pensativa.
-¿No le dijiste a Jungkook que no le ibas a comprar nada? -me preguntó con una sonrisa.
-No. Yo dije que no le iba a comprar ramen -le corregí, y soltó una carcajada.
Sonreí al ver que Jimin estaba de mejor humor.