Rebellion, El Regalo de un Padre

15 2 0
                                    

Después de salvarnos de morir, Kento nos llevó a su casa que estaba muy apartada de la ciudad, tenía un estilo muy viejo, parecía completamente abandonada, no me extrañaría que los demonios nunca llegaran que revisar aquí.

- Entren, aquí están a salvo. - Dijo Kento. - Les haré un té.

- Gracias. - Respondió Carlos. Era muy amable, sin duda estaríamos bien si nos quedamos con él. Carlos y yo nos sentamos y esperamos a que Kento volviera de la cocina.

- No se preocupen, no les voy a hacer daño. - Dijo en voz alta Kento.

- ¿Quién eres? - Preguntó Carlos.

Kento volvió de la cocina con los dos tés. - Como ya les dije antes, me llamo Kento.

- ¿Por qué nos salvaste? Queremos saber todo. - Dijo Carlos.

Kento volteó a verme. - Sé quien eres chico, conozco a tus padres.

- ¿Qué? - Respondí.

- Salvé la vida del hijo de mi mejor amigo. Nada más. - Dijo. Aunque sonaba bastante frío se podía notar la bondad en él.

- Gracias... por salvarnos la vida. Eres una persona muy buena. - Dijo Carlos.

- Soy un demonio. - Respondió.

Dante y Carlos se quedaron helados al escuchar eso. Hubo un largo silencio que Kento rompió diciendo. - Tranquilos, no soy malo. Soy un exiliado del infierno. Pelee al lado de tu padre y logré escapar del infierno.

- Creo que me estás confundiendo. - Le interrumpí.

- Oh claro, te enviaron a vivir con los humanos para mantenerte a salvo. Dante, tienes sangre angelical y demoníaca.

- Eso es imposible, yo no me veo como esos... bichos.

- Eso es porque tu no eres como esos bichos. Eres un Nefilim, un híbrido de un Demonio y un Angel. Tu padre es Sparda, el gran guerrero que luchó por proteger a todas las razas y que ahora está sufriendo el dolor eterno por su traición. Y tú madre, Eva, la que fue condenada a morir por relacionarse con un demonio y tener un hijo con él. - No podía creer lo que estaba diciendo Kento, era exactamente como la historia que nos contaba mi padre antes de dormir, sin embargo no me quedé en silencio.

- Si lo dices de esa forma parece que me estás echando la culpa de todo a mi. - Dije en un tono burlón.

- No hay nadie que tenga la culpa de lo que pasó. - Respondió Kento. - No es bueno que salgamos con los demonios rondando por ahí, es peligroso para ustedes. Y no puedo cuidarlos toda la vida, tendrán que aprender a defenderse.

- Pero no sabemos ni atacar con nuestras propias manos, menos sabremos utilizar un arma. - Dijo Carlos.

- Es por eso que los voy a entrenar yo mismo. - Respondió Kento. - Empezaremos desde ya, vengan conmigo a la parte trasera.

- Tiene un par de muñecos de madera, imagino que son para entrenar. - Pensé.

Pasaron años, y Kento no paraba ni un solo día de decirme lo mismo de siempre: "Eres la semilla que sellará a los demonios otra vez, ¡Esfuérzate!". No me molestaba entrenar, lo que más me molestaba era la confianza tan grande que me tenía Kento, es verdad que he entrenado mucho y que me he vuelto más fuerte, a parte de que he crecido claro. Ha pasado mucho tiempo y hemos entrenado sin descanso, tanto Carlos como yo. Hoy Kento ha dicho que tenía algo que darnos.

- ¿Qué crees que nos va a dar Kento? - Le preguntó Carlos a Dante. - Ojalá sea algún arma.

- No lo sé, pero deberíamos ir a verlo ya antes de que se enfade, ya sabes como es. - Le respondí.

Fuimos a la parte de atrás, donde Kento estaba sentado con dos cajas.

- ¿Qué es eso que nos querías dar? - Preguntó Carlos.

- Chicos, es hora de que les dé esto. - Dijo señalando a las cajas.

- Y... ¿qué son? - Pregunté

- Sus armas. Espadas creadas hace muchos años que aguardan un poder demoníaco, según las historias pocas personas han despertado el poder demoníaco de cada una. - Volteó a ver a Carlos. - Ten, esta es para ti.

Carlos abrió la caja y sacó la espada con su funda. Era una katana negra. - Increíble, es bastante ligera, es como si se acoplara a mi fuerza, es perfecta.

- Es Yamato, una katana espiritual muy poderosa, despertar su poder es algo complicado ya que se requiere mucha paz y tranquilidad, pero estoy seguro de que podrás hacerlo Carlos.

Kento volteó a verme, les seré sincero, estaba muy emocionado por recibir mi arma.

- Dante, esta es tu espada. - Me entregó una caja negra con una tonalidad pequeña de rojo. Algo curioso es que cada caja tenía algo dibujado, la de Carlos, además de que también era negra pero con una tonalidad azul, tenía una especie de lobo dibujado, un lobo azul, como si fuese un lobo hecho de alguna energía que desconozco. Y la mía solo tenía una especie de calavera blanca aunque un tanto terrorífica.

- Dante, te has vuelto muy fuerte, y me has demostrado que el miedo no existe en ti. Es por eso que creo que esta espada es la indicada para ti. - Dijo Kento entregándome la caja.

Abrí la caja y saqué la espada. Viendola detenidamente parecía bastante desgastada, incluso parecía que no tenía filo. Le pasé el dedo por encima para comprobarlo y estaba muy afilada. Era ancha y en el mango tenía una calavera, justo antes de que empiece la hoja de la espada.

- Su nombre es Rebellion, es la espada que te iba a regalar Sparda al nacer. Claro que no la usarías siendo un bebé pero ya iba a ser tuya en cuanto crecieras. Fue hecha por tu padre, forjada con sus mismas manos. - Empezó a decir Kento. - Según tu padre, tiene un poder demoníaco dentro, un poder muy grande, pero no me dijo el por qué.

- Muchas gracias Kento. - Le dije.

- Una cosa más, las espadas si tienen un poder demoníaco, obviamente porque fueron hechas con un espíritu de demonio. No se confíen, así como pueden llegar a controlar ese poder, el poder puede controlarlos a ustedes también, tienen que tener mucho cuidado con eso.

- Si maestro. - Dijimos al mismo tiempo. Kento siempre nos obligó a decirle maestro y siempre me pareció curioso.

Esta espada era algo pesada pero me podía acostumbrar a ella. Estaba feliz por el regalo pero no podía descuidar mi propósito, si de verdad soy la semilla que sellará a los demonios otra vez tengo mucho trabajo por hacer. Llevo tres días sin dormir por estar pensando en eso. Si quiero salvar a esta gente, debía enfrentarme al Rey Demonio, Abalán.

- Nunca me ha preocupado morir desde que murió mi padre frente a mis ojos y no lo haré ahora. - Pensé y me acosté a dormir.

El Origen de la Semilla MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora