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Me separé lentamente de ella sin dejar de mirarla a los ojos. Suspiré al hacerlo y la abrace de nuevo, porque no podía evitarlo. Necesitaba sentirla cerca de mi.

-Eres tan bonita- susurró a mi oído, seguido de un -Me encanta tu silencio. -Al no tener respuesta por mi parte. Era demasiado difícil para mí, el tenerla tan cerca me hacía sentir tan nerviosa que ni siquiera podía formular bien las palabras. Solo le sonreí.

Nos fuimos a su cuarto y nos sentamos una frente a la otro, en el pequeño espacio junto a su ventana y tras unos segundos de solo observarla, pronuncie un ligero -Me gustas mucho- que provocó se sonrojara.

Ojos de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora