La joven Juvia empieza una nueva vida en Fiore donde ha ingresado a la escuela de Fairy Tail. Feliz y con esperanzas de conocer muchos amigos verá que las cosas no resultan tan sencillas como parecen y viejos fantasmas del pasado regresaran.
Pero no...
—No te preocupes, acabamos de llegar hace nada—respondió Erza.
—Ahora que ya estamos todos vamos a entrar—dijo Lucy con ganas de divertirse.
—Ah, este de aquí es Loki, nuestro consejero—presentó la maga mientras este tomaba la mano de Juvia y la besaba.
—Un placer conocerte—le guiño un ojo mientras le sonreía.
—Ah, Juvia esta encantada—no pudo evitar mostrar un pequeño rubor.
—Oigan, ¿vamos a entrar?—pregunto Natsu impaciente.
Se adentraron en el lugar y se fascinaron con todas las atracciones que habían montadas ese año. Tanto para niños como para adultos.
—¿Por cual comenzamos?—Lucy miraba a todos lados.
—¿Y si nos dividimos?—propuso Wendy.
—Yo iré con Juvia—respondió Loki.
Todos le miraron extrañados.
—Así podemos conocernos mejor.
—Muy bien, cuida de ella.
Juvia quiso decir algo pero se separaron tan rápido que no le dio tiempo alguno. Loki la tomo del brazo y lo primero que hizo fue llevarla a una galería de tiro al blanco.
—¿Quieres probar?—pregunto este pasando el arma.
—Juvia no es muy buena.
—Yo te enseño—la maga agarro el arma y Loki con sus manos le enseño a apuntar bien. Ella apretó el gatillo y tiro un peluche— ¡Genial!.
—Juvia le ha dado—se dijo sorprendida.
El encargado le dio con una sonrisa el oso que había tirado. Ella estaba muy feliz de haber acertado mientras Loki le consiguió unos cuantos peluches extra con su gran puntería.
Erza estaba con Natsu en la montaña rusa y ambos no paraban de gritar emocionados, aquel tipo de atracciones les encantaba. Se sacaron incluso una foto con caras divertidas. Pero no les bastaba con solo una, allí parados miraban y señalaban las diferentes atracciones que tenía la feria.
—¿Vamos a esa?—pregunto la pelirroja.
—Esa ya montamos una vez, probemos mejor las nuevas.
—¿Qué te parece aquella?.
Natsu miro y la gran cara de un dragón rojo les llamaba a entrar si tenían valor. La montaña rusa del miedo, ellos se miraron con estrellas en los ojos. No iban a perderse la oportunidad de participar así que fueron corriendo y se llevaron por delante a todos los que estaban en la fila.
—¡Eh, panda de idiotas!—dijeron una pandilla de rebeldes con sus chupas de cuero.
—¿Ah?—ambos se giraron con una cara de pocos amigos.
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