CAPÍTULO 1

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ERA DE LA BIFURCACIÓN
Dos años para el fin de la era


Homenian primer continente de Terra

Pronto se haría de noche y Veles era un total revoltijo de personas huyendo en diferentes direcciones, la mayoría corría en busca de refugio y algunos solo caminaban de un lado a otro con el miedo turbando sus sentidos y la mirada perdida. Iban cayendo uno a uno. Aquello podía compararse con un campo de concentración, la escena era por completo abrumadora. Los zetas eran reconocidos como los soldados mas valientes, fuertes e inteligentes pero sobre todo sanguinarios y se encargaban de hacer cumplir las leyes de su estado, así desató el baño de sangre, provocado por las personas que rompieron el toque de queda para alzarse encontra de Arhon, recién nombrado emperador de Homenian, no encontraron mejor ocasión que emboscarlo el día de su coronación.

No tan lejos del centro de la masacre se hallaban un par de mocosos ajenos a la persecución de tiro a matar mientras hurgaban en la cocina de un centro de comida que se supone estaba cerrado y el único sentir que reflejaban era hambre.

—¡Aquí! —atinó a gritar un segundo antes de darle el primer mordisco al bocado entre sus manos, su manera de comer tan salvaje no difería mucho del aspecto que tenia en ese momento ,unos botines de fieltro, un pantalón de franela con las bastas rasgadas sumado a una camiseta del mismo material aun mas deteriorado y sucio , eran lo que vestía.

—Esos no son modales para una señorita—interrumpió con una sonrisa de picardía el muchacho que la secundaba en tanto apoyó un brazo en la cocina aún ardiendo tal vez porque los dueños lograron cerrar a penas con tiempo al notar el revuelo allá afuera -Maldita sea, ¡Está encendida!- se quejó.

—Lo lamento —se disculpó aún con la boca llena y partió con ambas manos un pequeño trozo la única hamburguesa cocida del lugar —,ten—ofreció finalmente .

—¿Enserio?, no soy tu mascota ¿sabes?— le reprochó él mientras dejaba resbalarse por la pared para terminar sentado de perfil a la puerta de servicio.

—Mierda, solo trágalo Daniel , ¿sabes cuánto cuesta una de estas?, ademas debe haber muchas en este lugar, no?

—Bien, bien pero me diste el pedazo que ya habías mordido...— se quejo en voz baja.

—¡Daniel! —gritó en reprimenda la muchacha, ni bien se escuchó el último eco de aquel grito un grupo de soldados se adentro en el local buscando algún rebelde, la situación favorecía al emperador.

"Mierda, mierda, mierda", pensaron a la vez apenas oyeron el sonido de las botas contra el suelo.

—¡Vamos! —gritó Daniel e inmediatamente cogió la mano de Laera para salir por la puerta de servicio frente a ellos, un hombre logró darse cuenta desde el comedor a través de una pequeña ventanilla de la puerta que da a la cocina.

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