CAPÍTULO 2 -primera parte-

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Mientras mas tiempo pasaba iba cayendo en cuenta de que no sería nada fácil concentrarse. Su mente luchaba por mantener la serenidad pero por más que intentase, el miedo de resbalar en cualquier momento lo seguía perturbando. Tenía los ojos apretujados, lo mínimo de serenidad que aún conservaba se le iba perdiendo y el pie ya rojo por la presión contra el madero echo columna, resbalaba gracias al sudor. Sintió de repente algo entre blando y macizo en las costillas que lo derrumbó apenas lo notó.

Cayó de cara contra la tierra.

Se puso de pie inmediatamente en posición de combate pero recordó que estaba rodeado de objetos inanimados y odiándose a si mismo por olvidar nuevamente que estaba rodeado de árboles tanteó su nariz sospechando un sangrado.

Y fectivamente estaba sangrando.

Ese algo que lo hizo arremeter contra la húmeda tierra fue una rama impulsada por el viento aunque no encontraba la manera en que esta pudiera llegar hasta él si no era tan larga y el viento no corría tan fuerte como para empujarla.

-De todos modos me iba a caer -dijo con simpleza hablando solo, se retiró del rostro los mechones de cabello negro que caían sobre sus ojos, luego volvió a su relajada y serena personalidad. Decidió dejar de practicar y dedicarse a examinar el comportamiento del agua para ello se encaminó directo al límite del lugar con el mar.

Nunca se pregunto que había mas allá de su hogar que lo conformaban el mar y el bosque. La curiosidad no lograba adentrarse en su cabeza lo suficiente como para preguntárselo. Su única preocupación era vivir en paz consigo mismo y aún no lo conseguía.

Sentado en la orilla con las piernas pegadas al pecho y los brazos uno encima de otro sobre las rodillas hacía un esfuerzo por comprender como el agua se podía mantener tan calma. Día y noche, un día tras otro, siempre era igual, nada parecía poder alterarla.

Ajena a todo, ajena a él.

Sin embargo era su principal compañía. Le compartía paz, la que tanto buscaba él poseer pero ello no le era suficiente quería que todo su ser se llenara de ella por su propia capacidad.

-Quiero...ser como tu pero la sensación de que algo me falta no deja de atormentarme y no sé que es -dijo con los ojos vidriosos y húmedos en señal de que las lágrimas caerían pronto.

-¡Dime algo! -exigió poniéndose en pie-. Ayudame-rogó finalmente dejándose caer de manera abrupta sobre la arena, esta vez con las piernas solo un poco flexionadas y con la frente apoyada en su mano derecha en signo de frustración.

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