01| real life

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Real Life, Real problems

Ben observaba a Madison desde el sofá en el que se encontraba sentado, la rubia evitaba su mirada a toda costa mientras caminaba por delante del ventanal de la mansión que ambos compartían en Los Ángeles. Su esposa la había cagado, y muchísimo.

—¿Así que lo arruinas y no hablas, no? — preguntó, Madison sollozó nuevamente

—¿Qué se supone que te diga?— pregunto antes de mirarlo, ambos tenían los ojos hinchados de tanto llorar y no dormir la noche anterior —te he pedido mil veces perdón...— Ben se levantó con brusquedad del sofá antes de empezar a caminar, sentía que se asfixiaba.

—¡Lo que hiciste, Madison!— exclamó el hombre —Incluso podría haber perdonado que me engañaras, pero esto...— se quejó antes de frotar su frente, no podía, no podía ni imaginarlo —Despues de casarnos claramente imaginé que tendríamos hijos, pero ¡qué tu hijo sería también MI HIJO!— no se contuvo de gritar, porque asi se sentia.

La razón de que el matrimonio se estuviera desmonorando era simple pero dolorosa: durante una pelea, Madison dejo la casa, se emborracho y terminó en la cama de su compañero de serie Kit Harington. El problema no terminaba allí, si no que, hace pocos días la rubia le había confesado a su esposo que tenía un atraso de dos meses: estaba embarazada y Barnes no podía soportar que ese hijo no fuera de él.

—Te amo...lo siento, te juro que no estaba en mis sentidos, no fue mi intención — lloró de nuevo de la mujer antes de tomar asiento, pero era la pura verdad. Si pudiera retroceder el tiempo habría salido de ese bar sola, se hubiera tomado un taxi y habría vuelto a casa a los brazos de Ben, el hombre al que amaba con el alma. Pero no, siempre tenía que actuar como estúpida y causar problemas a todo el mundo.

—No podemos estar juntos — murmuró el hombre, tenía las mejillas empapadas de lágrimas cuando Madison levantó la mirada —Necesito tiempo...—

Madison lloró pero solo asintió, si Ben decidía dejarla lo iba a aceptar. No podía obligarlo a quedarse, perdonarla y además amar un hijo que no era de el. No era tan cínica. No podía hacerle eso, ya suficiente con el gran problema que debía afrontar ahora.








ATLANTIS | BEN BARNES (4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora