Capítulo 4

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Jimin estaba tan emocionado de asistir a la firma de autógrafos del joven Jeon, que apenas y podía contenerse. Ansiaba que llegara con todas sus fuerzas, pero tanta emoción podía con él, que decidió mantenerse ocupado mientras el día tan esperado llegaba. Intentaba pintar o dibujar, escuchar películas o alguna serie, sólo para pasar el rato, queriendo distraerse de pensar en que deseaba que ese día en que conocería por fin al chico de aquella voz que lo había enamorado llegara; y todos los días iba a acostarse temprano, argumentando que de esa manera pasarían más rápido los días.

Tenía todo listo para el gran día, pero aún se preocupaba por lo que le diría al cantante una vez que lo tuviera enfrente; no sabía cómo debería comportarse tampoco, y estaba seguro de que jamás se había sentido tan nervioso en su vida. Por lo menos, tenía planeado darle un regalo, y eso le llenaba de cierta tranquilidad, porque de alguna manera sentía que con eso no había manera de que nada saliera mal.

El problema llegó cuando, un día antes de la firma de autógrafos, Jimin enfermó. Él era un chico muy frágil, bastante delicado cuando se trataba de problemas de salud de cualquier tipo, y si no se cuidaba bien, incluso una pequeña brisa fresca podría tumbarlo en cama por días. Por supuesto, no siempre fue así, sino que su sistema inmunológico sufrió ciertos cambios después de la operación de sus ojos, razón por la cual Jin era muy cuidadoso con él.

Sin embargo, cuando el doctor fue a verlo, sentenció que el chico no podría levantarse de la cama en algunos días, ya que su fiebre estaba bastante grave, y seguro empeoraría si se exponía al exterior antes de mejorarse por completo.

—¿Qué dijo el doctor, Jin? —cuestionó Jimin cuando lo escuchó volver.

El chico estaba acostado en su cama, totalmente arropado y con un paño húmedo en su frente. Sus mejillas estaban teñidas de un fuerte color rosado por la fiebre, y parecía que se encontraba lo suficientemente cansado como para siquiera intentar abrir sus ojos, a pesar de que no necesitaba hacerlo.

Jin se acercó al otro y se sentó a su lado, sin saber cómo decirle que no podría ir a la firma de autógrafos. Aquello lo dejaría destrozaría por completo.

Tomó sus manos suavemente, preparándose para hablar.

—Estás muy enfermo, Jiminie —le dijo, procurando hablar con dulzura —. El doctor no cree que sea buena idea salir por algunos días de casa.

—Pe-pero... —comenzó a decir, mientras abría sus ojos, que comenzaron a llenarse de lágrimas.

Jin rápidamente se inclinó hacia él para abrazarlo, queriendo consolarlo.

—Sé lo tanto que querías ir a aquella firma, pero...

—¡No es justo, no es justo! —lloró, con la voz algo débil, con sus ojos soltando lágrimas como cascadas.

—Vamos, seguro puedes conocerlo en otra ocasión —siguió hablando, sabiendo que sus palabras eran en vano.

A pesar de todo, Jimin había dejado de ser una persona racional desde que había perdido la vista, y muchas veces podía llegar a comportarse como un niño malcriado, especialmente porque tanto sus padres como Jin le daban todo. Eso sumándole el resfriado, que lo hacía sentir todavía más inútil y frágil, lo cual empeoraba la situación aún más. De todas formas, cuando era necesario, el chico era todo un adulto, incluso podría pensar de una manera bastante más madura que Jin si así lo deseaba, aunque su exilio del mundo exterior y los que antes fueron sus amigos no hacían que eso mejorara.

Un rato después, el muchacho se calmó, como si se hubiera cansado de tanto llorar y quejarse por la mala noticia de antes. Jin lo acomodó en la cama, le limpió la cara y volvió a remojar el pañuelo de su cabeza. Soltó un pequeño suspiro y, pensando que estaba dormido, decidió ir a preparar algo de sopa para cuando el chico despertara.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2019 ⏰

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