Banquete

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Trece más, dos menos

-¿A qué hora llegará?

Preguntando a la nada, obteniendo respuesta

Se supone no debería tardar demasiado, solo iba por las hierbas que vendían en el pueblo, no a hospedarse, de ser así, le hubiera avisado con anticipación.  Estaba  impaciente, volvió a impacientarse, siempre con ese temor a lo incierto. 

En eso la nada respondió

...

Este lugar se caracterizaba por abrir sus puertas a forasteros en tiempos festivos, por ello, había aprovechado en realizar un viaje a pie y volver al atardecer. 

Siempre recuerda ver al pueblo inundado de luces y bulla este día, era una fecha especial. Amaba toda costumbre humana, siempre con ese deseo de conocer más, no podía perdérselo. 

Sí, a lo lejos pudo divisar las luces, tan intensas, su ansiedad por llegar aumentaba.

Las luces bailaban, junto al viento. La bulla, del silencio.

Sí, ganó la ansiedad, para luego empezar a correr con entusiasmo hacia esa luz, como si de una mosca se tratase. Las luces, los panes, los bailes y los cócteles. Se respiraba la vida a lo cerca.

Aquella vida, amada en todas sus formas

Una nube le dio un abrazo a su llegada, tan oscura, tan profunda.

Vida, en la nube

 Los cócteles a medio brindar, los bailes sin bailar, los panes sin merendar , las luces sin apagar.



Su destino, inundado de luces, consumido por el fuego. 

Cenizas de memoriaWhere stories live. Discover now