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El reloj reflejaba las tres de la mañana en el techo y como a cada hora me restregaba la cara intentando recobrar el sueño, pero nunca volvía. Salí a la pequeña terraza de mi cuarto intentando tomar una bocanada de aire, mis pulmones se hinchaban cada segundo y mi pelo iba de un lado hacia otro en compás con el viento. Saqué un cigarrillo escondido en uno de los cajones mas cuando fui a encenderlo una segunda voz en mi cabeza me decía que no. Día tras día estos trece últimos meses he estado preguntándome si es una fuerza sobrenatural o simplemente mi subconsciente que me impide hacer determinadas cosas.

Mi cabeza intenta viajar por el pasado, soy una niña subida en una nube con recuerdos borrosos, risas de fondo que no logro recordar y un mareo en mi interior que me hace caer desmayada mientras gotas de lluvia empiezan a caer y un pronóstico de tormenta para mañana.

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"James, te quiero lo sabes pero tengo que irme a clase de historia, ahora sueltame"

Su cara de cachorro hace que la de un beso en la mejilla y la suelte la cintura para dejarla ir. Veo cómo se va y se gira para mirar la cara de estúpido que se me ha quedado y se ríe. Y me río. Conozco a Bea desde los tres años, pero es la primera vez que salimos juntos. Aún puedo ver a lo lejos su pelo rubio platino, casi como el mío. Más de una vez nos han confundido como posibles hermanos, mismo pelo, ojos marrones verdosos y una sonrisa siempre de oreja a oreja.

Me apoyo en el robusto árbol y dejo que mis pensamientos vuelen. El día soleado pero con pequeñas nubes grisaceas me cautiva y me anima a volver a clase, mas algo me frena. 

"James, estoy en el hospital ven por favor"

Salgo como una bala hacia la moto y la pongo en marcha. Juraría que estoy yendo a una velocidad inadecuada pero poco importa tratandose de Wendy.

Ese momento en la vida cuando miles de imagenes pasan por tu cabeza, cuando vas a toda hostia por la carretera por la chica a la que quieres. El viento dando de lleno en tu cara y alguna lágrima de desesperación.

Corro hacia la sala 220 del hospital y ahí está. Yace sobre una cama llena de cables y algún que otro libro en las mesillas cercanas. Está leyendo uno de sus libros favoritos de poesía, aquél que siempre me recetaba de principio a fin cada noche en su balcón, no parece acordarse.

"Ja Ja James" susurra mientras empieza a sollozar. Intento acercame a ella pero impide mi paso anteponiendo una mano.

"No sé por qué te he llamado a ti, ni porque sueño con tu voz cada noche. No sé por qué me sudan las manos al verte y el corazon se me acelera. No sé por qué desearía tenerte a escasos centímetros, pero quiero romper esta conexión"

Me acerco sigilosamente y la cojo de la mano acariciandola con pequeños giros en ella.

"Mirame a los ojos y dime que me quieres fuera de tu vida" digo, con un nudo en la garganta.

Ella se limita a llorar y asentir. Pero me importa demasiado como para dejarla ir.

RewindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora