Consintieron que me rehusara a hacer el reto. Laura tiró los dados y cayó en una casilla de reto. Decidió hacerlo. La carta rezaba:
-"Encuentras una mochila en medio del bosque. Puede contener de desde una bomba hasta provisiones para una semana. ¿La abres?"- leo.
-No la abro- contesta ella después de pensárselo un poco.
-Has elegido bien, la mochila guardaba una aguja infectada. Ganas cinco de vida.
Ella hizo un gesto de victoria y le pasó los dados a Izan, que terminó en reto. No muy convencido, aceptó.
-"Encuentras un río en el bosque y decides beber de sus aguas. Por mala suerte, el agua estaba envenenada y debes tomarte un antídoto, un diente de ajo, para evitar que el veneno se extienda."
Tragó saliva, nervioso. Tendríamos que volver a la cantina. Después de hacer el mismo recorrido que habíamos hecho unos minutos antes, llegamos a la cantina. Cuando el rubio salió de la habitación, nos decidimos a volver a la biblioteca. Se metió el ajo de golpe en la boca y comenzó a masticarlo, con una notable mueca de asco. Él odiaba el ajo. Parecía que iba a vomitarlo, pero, como nos contó después, sentía que una fuerza extraña le impedía por todas las formas abrir la boca. Tragó y respiró profundamente. Algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Alex cogió los dados y tiró. Movió su figura el número correspondiente y se paró en una casilla de misión.
-"Te encuentras con unos lobos en el bosque . Solo puedes usar un objeto para distraerlos y huir de ellos. Teniendo en cuenta los puntos de acción que tienes, ¿qué haces?"
-Uso setenta y cinco de acción y tiro una flecha.
Tiró los dados de nuevo y salió un diez.
-"Si sale diez, los lobos siguen la flecha. Para completar correctamente la misión, debes llevarla a cabo en la vida real. Coge un avión de papel y lánzalo. Si vuela más de cinco metros, los lobos no te dañan. Si vuela entre cuatro y dos metros, los lobos se distraen pero te alcanzan el tobillo y te quitan diez de vida. Si vuela menos de un metro, los lobos te atacan y te restan quince de vida."
Nos colamos en la sala del conserje y robamos un metro. Mientras Alejandro hacía el avión, nosotros nos fuimos al pasillo para prepararlo todo. Lanzó el papel y aterrizó a cinco con dos metros de donde nos encontrábamos.
-¡Por los pelos!- exclamó Izan en un susurro.
Volvimos a la biblioteca y tiré los dados. Caí, para mi suerte, en pasa turno. Miré la hora en mi reloj. Eran las dos y media de la mañana.
-Es tarde, chicos, deberíamos irnos- les recordé.
-Sí, mejor, porque mis padres me matan- se quejó Izan.
Recogimos entre todos y decidimos que jugaríamos los sábados por la noche en casa de Alex, ya que su madre no estaría. Salimos de la biblioteca y, cuando estábamos a punto de salir del pasillo, distinguimos una sombra al final de este. No estábamos solos.
Nos detuvimos. No conseguimos identificarle desde aquella distancia y con esa pobre iluminación. Era un hombre de unos cuarenta años, más o menos. Caminaba hacia el despacho del director, pero no era el director. El hombre que llevaba el instituto era mucho más bajo. No le dimos importancia y en el momento en el que entró en el despacho, salimos corriendo de edificio. Cada uno llegó a su casa y Alex guardó el juego detrás de su televisión, en el sótano.
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¿Quieres jugar?
Misteri / ThrillerNo es una típica historia de terror. No es un típico juego. No son unos típicos adolescentes. Un juego que solo tiene dos normas: -Si te encomiendan una prueba, tienes que cumplirla. -Si empiezas el juego, tienes que terminarlo. Debes terminarlo.