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1~"¿El principio o el fin?"

Abrí lentamente mis ojos debido a la molesta luz de procedencia desconocida, un punzante dolor de cabeza se apoderó de mis sentidos. Coloqué una de mis manos en mi frente, ¡Dios! sentía que la cabeza me iba a explotar.
Me incorporé quedando sentada en la cama y con ojos somnolientos miré a mi alrededor.

Creo que mis ojos no pudieron abrirse más cuando giré mi vista hacia un lado. ¿Qué es esto?
Sobre la cama envuelto en las impecables sábanas blancas se encontraba una desconocida figura masculina. Su torso estaba desnudo iluminado solamente por la luz procedente del gran ventanal, sus hombros daban a relucir unos pequeños lunares y su castaño cabello despeinado lucía atractivo ante mis ojos.
Tenía la boca entreabierta y abrazaba la almohada. Dormía como un bebé.

Un momento, él está... ¿desnudo? Levanté la parte de la sábana que me cubría, ahogué un grito por la sorpresa, solo llevaba las bragas puestas.
Muchas interrogantes como ¿Donde estoy? ¿Que hago aquí? ¿Que pasó? Aparecieron una tras otra en mi cabeza como si fueran diapositivas.

Me levanté con cuidado de la cama, se me erizó la piel al hacer contacto mis pies con el frío suelo. Comencé a caminar de un lado para otro desesperada.
Ya era de mañana, no había dormido en mi casa, mis padres deben de estar preocupados, tenía que buscar una escusa no podía llegar y simplemente decir "Mamá papá, llegue a estas horas porque dormí en un lugar desconocido con un desconocido y tengo una ligera sospecha de que ya no soy virgen, pero tranquilos solo es una sospecha porque la verdad ayer bebí tanto que no me acuerdo de nada"
Sin olvidar que el dolor de cabeza no había desaparecido. Rápidamente como si me hubieran inyectado una dosis de adrenalina corrí recogiendo mis pertenencias, me coloqué el sostén y encima el vestido, este último con un poco de dificultad ya que no alcanzaba el cierre.
Tomé mi bolso y caminé lo más silencioso que pude hasta la puerta. Le eche una última vista al departamento, este era espacioso, las paredes completamente blancas, los muebles eran grises, una escalera comunicaba la habitación con el resto del lugar. Un inmenso ventanal de vidrio cubría la pared adyacente al salón, aunque ahora estaba cubierto por las cortinas supe que debía de dar unas excelentes vistas.

Me coloqué los zapatos en la entrada y me apresure a salir de aquel lugar, Me dirigí al ascensor y me di cuenta de que estaba en el último piso del edificio.

¿Que demonios había pasado?

En mis dieciocho años de vida nunca me hubiera imaginado en una situación así.

Caminé por las concurridas calles, miré mi reloj, apenas son las nueve de la mañana, no es tan tarde por lo que tengo algo a mi favor. Necesito una escusa y buena.

Me senté en un banco del parque principal de mi ciudad, estaba solitario a pesar de ser un domingo. Saque mi teléfono del bolso, lo único que podía hacer es llamar a la única persona que no fueran mis padres con la que podría contar en una situación así.

Marqué el número que ya sabía de memoria, el teléfono dió unos pocos timbres hasta que me contestó una voz adormilada pero aún así alterada

- ¡¿T/N se puede saber donde demonios estabas?!- Gritó haciendo que la cabeza me doliera más - Me canse de llamarte y tu teléfono estaba apagado, ¿tienes idea de todas las cosas malas que pensé que podrían haberte pasado? - Tuve que separar un poco el teléfono de mi oído o sus gritos iban a hacer explotar mi cabeza.

- Sam necesito tu ayuda, presta atención a lo que te voy a decir, llamaré a mis padres y les diré que me quedé en tu casa, mi madre seguro llamará para comprobar así que necesito que me cubras -hablé tan rápido que dude que pudiera comprenderme.

- Min T/N dime en qué rollo estas metida en estos momentos- lo dijo lentamente haciendo énfasis en cada cada una de las palabras pronunciadas.

- Sam ahora voy para tu casa, cuando llegue te explico todo has lo que te digo, siempre eres tú la que se mete en problemas ayúdame ahora.

- Claro que te ayudaré solo que me lo tienes que contar- cedió ante mis súplicas.

- Llegó a tu casa en diez minutos - terminé.

Sam era mi mejor amiga desde que entramos al instituto, ella era mi única salida.
Llamé a mi madre la que estaba muy molesta porque tenía mi teléfono apagado, le dije que me quedé en casa de Sam y que mi teléfono se había quedado sin batería y por eso se había apagado. Dudo unos instantes pero al final acabó creyéndome.

Llegué a casa de Sam toque el timbre un par de veces hasta que me abrió la puerta con una expresión de curiosidad, estaba aún en pijama sus rizos rubios caían sobre sus hombros de una manera desordenada.

-Entra y cuéntamelo todo - dijo con una sonrisa pícara. Si, la rubia era un poco bipolar.

Samantha vivía sola, sus padres siempre estaban de viaje, era una chica bastante radiante de esas que llaman la atención, cualquiera la hubiera pensado que cumplía con el cliché de rubia tonta de esas que están en el equipo de porristas del instituto y solo piensan en esmalte de uñas, fiestas y chicos, pero no, Samantha rompía con todos esos estereotipos.
Dudé un segundo en si había hecho la elección correcta pero al ver a la rubia buscando helado y cucharitas supe que si.

Me sentí extraña, nunca me había sucedido algo así, aún no creía lo que había pasado, no me parecía real

Subimos a su habitación y nos sentamos en el sillón al lado de su escritorio, ambos mueble habían Sido testigos de las pijamadas y las noches de películas, tradición que Sam y yo un domingo cada quince días cumplíamos.

- No sé por dónde comenzar- le hable a mi amiga antes de comer una cucharada de helado.

- Pues por el principio - contestó ella con simpleza.

- Por el principio - dije pensativa más para mi que para ella - ahora que lo pienso esto es en parte culpa tuya - la acusé.

- No señorita, no me responsabilizo por nada de lo que te haya sucedido, ahora acaba de contarme joder - dijo casi perdiendo la paciencia.

Comencé a recordar, aunque no todo estaba muy claro en mi mente...


•Continuará•

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